A pesar de la horrible tormenta que azotó la noche anterior, los daños solo fueron materiales y no hubo ninguna víctima humana.
Miraba las calles de Paris mientras Sebastián conducía al restaurante al que iríamos a desayunar. Siempre que encontraba un grupo de personas ayudando a dueños de algún local recoger escombros y resguardar lo posiblemente rescatable, miraba con interés hasta que era imposible seguir haciéndolo.
—Realizare una donación para cubrir daños de pérdidas para negocios y hogares. Estoy pensando en invitar a un par de amigos a hacer lo mismo. — me mira de reojo. —Al menos los ayudara a recuperar lo que perdieron poco a poco, así que deja de sentir la responsabilidad de que necesitas hacer algo. Yo me hago cargo.
Sebastián vuelve a mirar a la carretera y yo me quedo observando su perfil un par de segundos. Como siempre y sin tener que decirle ni una palabra, él sabe cómo me siento y ha dicho las palabras correctas para que dejara de sentirme ansiosa por querer ayudar.
—Gracias. — susurré, apartando la mirada hacia afuera con la diferencia de que ahora una de sus manos sostiene una de las mías y deseando un mayor contacto abrí mi palma para que pudiera entrelazar nuestros dedos.
Adoro el calor y comodidad que me transmite el más mínimo contacto físico que tenemos juntos. Nos mantuvimos así hasta que estaciono su auto frente a las puertas de un restaurante con nombre "Douce lune"
Sebastián soltó mi mano y salió del auto rodeándolo hasta llegar a mi lado. Abrió la puerta y tomé su mano para salir. Una brisa de aire frio me sacudió el cabello y me estremeció la piel.
—Vamos. — Sebastián coloco una mano en mi espalda baja y su calidez restableció mi temperatura. Un chico se acercó y él le entregó las llaves de su auto.
Entramos al restaurante caminando pegados al otro, y solo cuando veo nuestro reflejo en la puerta de cristal es que me doy cuenta que parecemos una pareja.
—Bonjour bienvenue. (Hola, bienvenidos) — saludo una mujer pelinegra de ojos azules.
—Bonjour, j'ai fait une réservation il y a une heure au nom de Sebastián Harrington. (Hola, hice una reserva hace una hora a nombre de Sebastián Harrington.) — respondió con su francés perfecto.
—Nous vous attendions mr. Harrington. Maintenant, je vais vous guider vers votre table. (Lo estábamos esperando Sr. Harrington. Ahora mismo lo guiaré hasta su mesa.) — la mujer recoge su tablet y la seguimos por detrás.
Cruzamos todo el restaurante hasta llegar a una mesa vacía la cual tiene una pequeña nota que al acercarnos puedo ver que tiene escrito "Reservado" en letras cursivas.
Sebastián hace una silla hacia atrás y yo me siento, después él se sienta frente a mí y me mira con una sonrisa encantadora. La timidez me invade de inmediato y aunque quiero apartar la mirada, no lo hago.
—Voulez vous commander? Ou je vous donne quelques minutes. (¿Quiere hacer el pedido? O le doy unos minutos)
Recordando que no estamos solos, bajo la mirada hacia la carta de menú que se encuentra frente a mí y trato de no ponerme roja de la vergüenza.
—Veuillez nous accorder quelques minutes. (Por favor, denos unos minutos.) — la mujer se marchó y ambos nos quedamos solos.
El restaurante no está muy lleno, nuestra mesa está en una zona fresca y un poco apartada, dándonos una privacidad cómoda. Mire el menú uno segundos, recorriendo cada platillo, bebida y postre que contenía. Cuando baje la carta con la comida que me apetece, Sebastián me observaba con interés.
—¿Lista? — asiento con una pequeña sonrisa.
—¿Tarde mucho? — sonrió.
—Un poco, pero eso no importa. — giro su cabeza hacia atrás, la mujer no necesito más señal y se acerco de inmediato para tomar la orden.
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La amante del CEO
RomanceAtracción. Deseo. Lujuria. Solo un hombre me ha hecho sentir tantas cosas al mismo tiempo y para mi desgracia se trata de mi jefe. Es un hombre apuesto y billonario, todo lo que una mujer desea, pero tengo muy claro que esta prohibido para mí. El dí...