CAPÍTULO 7: SECRETOS

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*Omnisciente*




—No me gusta lo que estas haciendo, Alex. Te di la orden de buscarla y traerla a la familia, pero no de esta forma.

Alejandro se dirige a su hijo con frialdad y enojo. Sentado en la cómoda silla de cuero de su escritorio mirad a su hijo decepcionado de lo que está haciendo, sus puños se cierran con fuerza ante el cúmulo de emociones que lo invaden, más no deja que estas sean visibles para los demás, ni siquiera para su hijo.

—En ese testamento dice claramente que tu hermana debía comprometerse con alguien de la misma posición social que mi abuelo. Sin embargo, tu hermana nunca lo hizo y esa fortuna quedó estancada y la única que puede tenerla es su hija, si cumple con esa clausula.

Esa mujer no era del todo una desconocida, según su padre era su sobrina, aunque no llevara la misma sangre que él. Y durante un tiempo estuvo buscándola para por fin entregarle aquello que debía ser de su madre, pero que por circunstancias de la vida no pudo ser. El padre de Alejandro aunque no estaba feliz por el embarazo de su hijastra, no podía evitar sentir culpa por aquella adolescente que huyo de casa sin siquiera permitir que sus padres opinaran, o bien él. Porque su madre si tomó una decisión, y esa era obligarla a abortar o que se olvidara que era su hija, no iba a permitir que un error de su hija dañara la imagen importante de su esposo y por ende la de ella.

Su padre Sebastián dejó un testamento en el cual resaltó una clausula; si su hijastra llegaba a parecer podía tener acceso a la pequeña fortuna que puso a su nombre siempre y cuando se comprometiera con alguien de su misma clase social, luego podría tener acceso a todo. El tiempo pasó y ella nunca apareció aún vivía con miedo de que su madre le hiciera algo a su pequeña Berit, y es que ***no sabía que Sebastián estaba de su parte, su madre se encargo de llenarle la cabeza de mentiras para que le temiera al hombre y nunca apareciera. Un tiempo después el hombre murió junto a su esposa en un accidente automóvilistico siendo así Alejandro el heredero principal de la fortuna de su padre. Busco por un tiempo a hermanastra, pero no la encontró hasta después de 6 años donde intentó por todo los medios de convencerla, pero sin resultados.

««
—Ahí no hay nada para mí, Alejandro. Vete y deja de insistir.

—Permite que tu hija tenga una mejor vida, Hermana.

—Yo no soy tu hermana, y lo que haga o no haga con la vida de mi hija es mi problema. Vete y no vuelvas más.

La mujer toma toda la fuerza de voluntad que posee para decir esas palabras, claro que se alegraba de verlo después de tanto tiempo, sin embargo ella había tomado una decisión hace mucho.

—¿Mami quién es él?

Una pequeña niña de unos 5 años aparece de uno de los pasillos del viejo departamento, su cabello revuelto y ojos chinos confirman que recién se ha levantado de su siesta y estrechando con fuerza a su pecho lleva una tarántula de juguete. Es la viva imagen de su madre cuando estaba pequeña percibe Alejandro.

—Oh cariño, ya has despertado. El Señor ya se va, es un vendedor de artefactos.

Isabella se acerca a la pequeña cargando la en sus brazos. La niña no parece convencerse con las palabras de su madre, por lo que se renueve inquieta para que su madre la baje. Su madre al verla tan inquieta no le queda más remedio que bajarla, su hermano no ha hablado desde que Berit ingresó a la habitación, ni siquiera hizo caso a lo que le ordenó.

—Mi mami necesita una batidora nueva, ¿usted tiene una de esas?

El corazón se le achicopala a Alejandro al escuchar la dulce voz de su sobrina, la niña lo observa curiosa en espera de que le responda.

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⏰ Última actualización: Jul 23 ⏰

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