Capítulo 27.

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Santiago

Siempre he dicho que soy como un animal; irracional, violento, agresivo y salvaje, más cuando se trata de matar a personas porque sí, he tenido mis actos delictivos donde disfruto quitarle la vida a otro y no me pesa en la conciencia.

Desde que tengo uso de razón ver cómo una persona pierde la vida es algo que me hace vibrar y emocionarme tal como si estuviese degustando un mazapán.

Es por eso que el álbum que Chelsea Jäger ha hecho para el concurso que tendrán el Alemania dentro de un mes, me tiene sonriendo internamente porque son personas que "simulan" estar muertas.

Si fuera un profesor normal creería que ella en verdad se esmeró por conseguir a los modelos para después hacerles extravagantes maquillajes que los hagan parecer no tener vida, pero como soy un coronel por excelencia, alguien que sabe realmente cómo luce un muerto en la morgue y en vivo, sé que estas fotografías son todo menos fingidas. Ella quiere hacerme creer que son falsas, pero a mí no me engaña.

—Se miran muy realistas, señorita Jäger —espeto fingiendo sorpresa, ojeando por segunda vez dicho álbum que lleva por título: «Entre la muerte y el enfermizo placer.» Un título muy original si debo ser honesto—. ¿Les pagaste a todos ellos para que posaran?

—Así es —sonríe de forma descarada. Ella en verdad me cree un tonto, y tal vez así quedé hace unos días cuando la conocí. Se miraba tan inocente, tan frágil pero bravía; con esto demuestra todo lo contrario—. No fue barato, pero logré mi cometido.

—¿Cuál?

—Impresionarlo, por supuesto —me guiña su ojo azul y sé que no me está viendo como un profesor, sino como hombre—. Aunque sigo enojada con usted.

—¿Por?

—¡Quedó en ayudarme! —rebate estampando su tenis en la alfombra—. Me lo dijo y ni una sola vez lo miré en el set de fotografía.

Cierto. He estado más ocupado en buscar pruebas legales para hundir a sus hermanos que jugar mi papel del profesor ejemplar que ama la fotografía.

—Y me disculpo por ello. He tenido días complicados con la mudanza.

Una que ciertamente es mentira pero que ella se creyó hace un par de horas ya que piensa que vengo de Turquía y me traje toda la supuesta mansión que tengo pues planeo "iniciar" mis riquezas aquí.

—Ya, ya, lo sé. Solo que me hacía ilusión ya que el profesor Wales nunca mostró interés en mi temática. Decía que era muy oscura, perversa y asquerosa, que si tanto deseaba mirar muertos estudiara Criminología o Medicina Forense.

—Pues tenía razón. ¿Qué haces en Fotografía si amas retratar y dibujar muertos?

Chelsea se ruboriza ante mis palabras y toma asiento encima de mi escritorio, algo que otros considerarían inapropiado pero que a mí me vale verga. Uno puede elegir dónde carajos poner el culo y si ella quiere la madera del escritorio, bien.

Recargo mi espalda en la cómoda silla para mirarla, luce afligida.

—Mis hermanos no quisieron pagarme Fotografía, profesor Çelik. ¿Cree usted que habrían querido costearme esas otras? ¡Amo a los muertos! —enfatiza y su expresión decae más—. Pero ellos me controlan hasta el respirar lo cual es muy machista de su parte ya que ellos si andan libres haciendo sus crímenes. ¡Pero claro! Cómo soy mujer, me reprimen.

—¿Crímenes? —pregunto fingiendo incredulidad y ella se tensa. Ha cometido un error ante su verborrea de adolescente incomprendida y ya se dio cuenta.

—Es un decir —ríe nerviosa—. A lo que voy es que, si estoy en Passion, es porque tengo un manhwa en suscripción. Actualizo semanalmente y eso me genera ingresos que van directo a la colegiatura de aquí.

Tempestad 2 (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora