Capítulo 4: El Fantasma.

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16 de abril de 2020.

Cuando los rayos del Sol abundan en pleno día, permiten apreciar la majestuosa profundidad del pozo Xiaozhai Tiankeng ubicado en el municipio Chongqing de China, y la noche se encargaba de hacerlo parecer la entrada al inframundo, una maravilla del mundo. Dos hombres, se podría decir que líderes, junto a un grupo de siete personas de su mismo actuar, descendían en rapel por el abismal agujero con la Luna desaparecida sin haber dejado rastro alguno de su paradero. Uno era Mark Coleman, de treinta y ocho años, cabello marrón, caucásico, con porte de militar. El otro Nick Henderson, de la misma edad, de rasgos nativos americanos, e igual contextura. Esos son los nombres del par de mercenarios que no le importaban dejarse caer por las cuerdas de su equipo en las paredes rocosas, sabiendo que la recompensa valía la ligera subida de adrenalina.

Lo que casi nadie sabía, es que una comunidad de monjes residía en lo recóndito, la mayoría pensaba que se encontraba abandonada, pero se equivocaban, durante siglos estuvo habitada, en la actualidad seguía siendo así, y las leyendas decían que ocultaban grandes conocimientos, en forma de tablillas ancestrales forjadas en oro, que sin problema podían venderse al mejor postor. Calculaban que no más de treinta personas debían vivir en la zona, por lo que siete hombres armados serían más que suficiente para la extracción. Mapas señalaban un túnel hacia la locación, que no encontraban en el exterior, por lo que optaron en ir a la manera tradicional, con un buen equipo de cuerdas y un casco con linterna para no caer en los engaños de la oscuridad, tomando como prioridad encontrar el túnel del interior, para facilitar un eficaz y rápido escape. Guardaron su equipo de cuerdas en el momento que sus pies pisaron tierra firme, equipándose con sus armas blancas y de fuego para continuar.

Había una fuerte tensión entre más cerca se encontraban de la pequeña villa, descendiendo pudieron apreciar que no había nadie en los alrededores, pero el ambiente no evitaba sentirse pesado, y no por su formación geológica. Uno de los hombres por el rabillo del ojo creyó haber visto una figura sobre ellos y se mantuvo alerta, sus compañeros lo acusaban de supersticioso, por asustarse de la historia del lugar, en la que un supuesto fantasma se encargaba de expulsar a aquellos que osaban profanar sus tierras. La persona recibió una advertencia de sus jefes, de que, si algo salía mal por su culpa, no le concederían la dicha del perdón. El mismo mercenario hayo el túnel interior que tenían que encontrar, una tarea menos que llevar a cabo para todo el grupo. Fue halado hacia su interior entre gritos por las tinieblas, Mark y Nick apuntaron con sus pistolas al hoyo que se tragó a uno de los suyos, en lo que los demás cubrían sus espaldas, aceptando la posibilidad de haberse topado con un puesto de vigilancia que no tenían previsto.

Sin aviso alguno, un ser salió disparado hacia las alturas, pasando por encima de los hombres y aterrizando en uno de los árboles más altos y frondosos de los alrededores. Justo en su punta, se alzaba un ente con ocho brazos posicionados en lo alto, brilloso de color azul, que se apareció ante aquellas personas de mala voluntad para impartir penitencia, pensando que con balas desaparecería lo que no venía de lo terrenal.

Una mujer salió de la comodidad de su descanso por su padre, Chen Huang, quien le anunciaba que ya el Sol salió para dar comienzo a un nuevo día en el templo Shui, trayendo consigo el desayuno para compartir un momento matutino con su hija, bollos al vapor rellenos de carne. Mayling Huang, de treinta y dos años de edad, cabello largo color negro y lacio, rasgos asiáticos, y cuerpo entrenado. Mayling le hablaba a su padre sobre las dudas que ahora residían en su mente, sobre el propósito que tenía en esta corta vida, sabía que su labor de protectora era importante por los momentos, pero no podía evitar creerse capaz hacer más de lo que ya hizo en medio año.

Chen sorprendido de las declaraciones de su hija, pensó que había encontrado la respuesta a esa pregunta hace ya seis meses, no se sintió ofendido por la actitud tomada por su retoño, proteger los secretos de las tablillas doradas ha sido era el camino de su vida, en una actualidad tan cambiante, no le negaría el derecho a la persona que más quería como nadie de aventurarse a descubrir su destino, y si el universo lo deseaba, traerla una vez más para ver que convirtió en algo de lo que se enorgullecía, por lo que brindaría de su apoyo a lo que ella decidiera ser. Tras una charla que desbordo sinceridad por ambas partes, el padre de Mayling le dijo que hoy le tocaba recoger las frutas y verduras del huerto junto a un grupo de monjes, una labor que no dudaba en comenzar de inmediato.

Los Iluminados: Parte UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora