Capítulo 10: Punto de Quiebre.

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22 de abril de 2020.

Las verdes hojas en el suelo se aplastaban mientras Viktor Ustinov se dirigía hacia al templo Shui en el pozo Xiaozhai Tiankeng, en búsqueda de Kayru Yego y Mayling Huang, seguro de que no sería difícil de convencer a Kayru para volver, pero dudoso de la respuesta de Mayling cuando viera que puso un pie en su hogar una vez más, el cual se atrevió a profanar. Los rayos del Sol no se apreciaban con claridad debido a la espesa niebla que siempre protegía el sitio, dándole un ambiente frio y casi espectral. Finalmente, Viktor llego a las puertas del templo y las golpeo para que se abrieran, no quería actuar como antes, un intruso que se presentaba con falsas motivaciones de descubrimiento ante personas capaces de dar su ciega confianza a un extraño. Las puertas se abrieron por la señorita Huang, sorprendida de tener en frente a una persona que pensó que jamás se volvería a topar, recibiéndola con un fuerte golpe en la cara, el señor Ustinov quedo tendido en el piso perdiendo la conciencia.

La fuerte brisa matinal golpeaba la piel ya maltratada de Constantin D'Angelo, quien estaba cubierto de moretones, atado de muñecas y tobillos a una silla metálica, amordazado para que nadie pudiera oír sus gritos de socorro, aun en la cima de un rascacielos de blancas tonalidades conocido en San Francisco por ser el edificio de apartamentos Gripfaber, secuestrado en su pent-house, decorado con plantas exóticas, y una piscina para relajarse en las alturas. Los cinco hombres que lo mantenían en cautiverio poseen un armamento fuera de lo común, por si el efecto del elixir milagroso para sus enemigos dejaba de afectarlo por arte de magia, podrían abatirlo con sus armas letales al oído humano. El aire hizo retumbar el sonido de un fuerte aleteo, manteniendo alerta a los cinco matones que juraban ser invencibles.

Un ser alado como un ave y de aspecto rocoso aterrizo en sus narices, procediendo a abrir fuego con su sofisticado equipo, cayendo en cuenta demasiado tarde que un objeto construido por los mortales no podía ser capaz de hacer daño a un dios. El halcón con el batir de sus alas saco volando a dos de los hombres, uno hacia la piscina, y otro contra las macetas, de un par golpes noquea a otros dos más, y al último lo tomo por el cuello y voló lo bastante alto para causarle verdadero terror, soltándolo para que terminara cayendo justo encima del matón que arrojo al agua y dejarlos a todos fuera de combate. Se posó de nuevo en el pent-house, para liberar a Constantin y salir volando con él en sus brazos para ir a un sitio más seguro que su casa, un lugar que pudiera servir de refugio.

Viktor despertó, pero no se dignó a abrir los ojos, solo sentía la calidez de donde se encontraba, la suavidad de las sábanas que lo cubría, el calor de las velas que debían estar a su alrededor y respiraba profundo para ver al señor Yego vestido con una túnica, pantalones y medias hasta las rodillas, todo de color amarillo mostaza. Lo ayudo a mantenerse sentado, sintiendo un profundo dolor en su nariz, recordando el golpe que fue dado por ella, una forma no tan amigable de darle la bienvenida una vez más, pero comprendiendo que merecía todo lo que quería reprocharle.

- ¿Dónde se encuentra Mayling?- pregunto Viktor confundido, mirando a lo lejos en una mesita de noche un juego de té.

-No quiere dirigirte la palabra, pero la verdadera pregunta es ¿Por qué has vuelto? - dijo Kayru levantándose y dirigiéndose a la misma mesita de noche donde estaba el juego de té para servirle a Viktor y a el mismo.

-Hice un trato con Damien, pondrá todos los recursos que tiene a su alcance para que nosotros podamos detener a Eric, Alice me envió por ustedes mientras ella va por Constantin, sabemos que juntos podemos hacer la diferencia- dijo Viktor observando cómo Kayru serbia él té caliente en las frágiles tazas del plato.

-Conmigo puedes contar, solo tengo cabida en este mundo si soy capaz de recorrerlo, pero Mayling es otra historia. No está enojada porque la hayas secuestrado, sino la forma en que llegaste a ella, con Chen, su padre- dijo Kayru dándole su taza de té para aliviar el dolor punzante que le provoco Mayling en el rostro.

Los Iluminados: Parte UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora