Capítulo 6: El Niño.

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18 de abril de 2020.

Los cielos de américa central acariciaban la cubierta metálica del Boeing C-17 Globemaster III, y al aterrizar en tierra firme, la capital de Puerto Rico les daba la bienvenida con una leve sacudida que estremeció a los tripulantes. La cabina de mando del Firefly era operada por Viktor Ustinov, el más calificado para mantenerse en el aire. Al salir de la cabina, tomo cuatro mochilas de color negro, llegando donde estaban Alice y Constantin. Su discusión término de golpe con su aparición, no hizo más que pedir de una manera amable que buscaran a los demás, algo que no dudaron en llevar a cabo de inmediato. Mientras, movió una de las mesas frente a él, y allí coloco las mochilas que trajo. Pocos segundos pasaron en el momento que Kayru y Mayling llegaron con el resto, sorprendidos por a quien tienen en presencia ahora mismo. No hizo más que revelarse, con nombre y apellido, unos lo sabían, otros no, pero ya no había excepciones. Señalo los baños para cambiarse de ropa, dándole una mochila a cada uno y ordenando ir a la zona de embarque después de que estuvieran listos, sugiriendo no intentar nada estúpido, porque esa clase de actuar son los que traerían consecuencias terribles al responsable.

En la zona de embarque, Viktor recibió a los que podría llamar prisioneros, ya que les coloco grilletes electrónicos en sus tobillos, los cuales les serian removidos después de que todo llegara a su fin, advirtiendo que cualquier intento de escape, será recompensado con un choque eléctrico de tal potencia que los dejaría inconscientes, y para eso no debían alejarse a más de dos manzanas de su persona. Como el conductor de un autobús lleno de prisioneros, Viktor iba con Alice, Constantin, Kayru y Mayling en la Chevrolet Trailblazer. Les recordaba la misión, ganar la confianza del niño, que se llamaba Héctor Pérez, y quien solo tenía a su madre Mariana. También les hizo saber que ninguno tendría la oportunidad comunicarse con nadie, ya que la prioridad no era esa. A simple vista, la ciudad de San Juan parecía como cualquier otra en pleno 2020, edificios estilizados, todo organizado según las normas que dictaba la modernidad, pero eso no es lo que la había resaltar de las demás, su atracción principal era la parte que se quedó atrapada en un tiempo pasado, con sus calles de ladrillo, edificaciones de dos plantas, rusticas, pero coloridas, otorgándoles una identidad sin igual que no podía verse en ningún otro lugar en el mundo.

La camioneta de color negro estaciono justo en frente de uno de estos peculiares hogares, bajándose el carcelero con los cuatro presidiarios, tocando a la puerta de una de estas casas, siendo atendidos por Mariana Pérez, de treinta y seis años de edad, piel morena, cabello largo y alborotado oscuro, quien ya conocía a Viktor, o al menos lo que quería que ella conociera de él. Este les presento a sus acompañantes, quienes ayudarían, sin especificar que fueron traídos a la fuerza de una manera brutal, pregunto por su hijo, diciéndole que jugaba en el patio trasero como acostumbraba en la tarde, dirigiéndose hacia niño junto con Kayru y Mayling. Mariana ofreció café a Alice y Constantin, estos aceptaron y fue a la cocina a cumplir con lo ofrecido. Constantin desde que llego, no le quito el ojo de encima a un teléfono fijo en una mesa de noche frente a los muebles rojo oscuro donde se encontraban ellos sentados en la sala.

No dudaba para tomarlo y marcar, Alice reacciono de manera agresiva intentando quitárselo, y de la misma forma actúo el, sin importar comprometer la integridad de todos. Nadie iba a evitar que le dijera a su hermana que se encontraba bien, ni siquiera Alice, ella comprendía la situación por más que no fuera de su agrado, quería hacer lo mismo con Felix, hacerle saber que no lo abandono. El intento por comunicarse falla por completo, ni el teléfono de Thea o el de Jerry pueden ser localizados, preocupando más a Constantin de lo que ya estaba, pero Alice pensó que lo más probable es que Viktor intervino la señal para que ninguno pudiera siquiera intentar llamar por ayuda. El café llego a la orden de los invitados, y disfrutándolo, Alice observo a Constantin, esa persona que detestaba con todas sus ganas, pero que, a pesar de todo, seguía siendo un ser humano, el cual cometía errores como todos.

Los Iluminados: Parte UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora