|2|

307 46 9
                                    


Según el pequeño grupo de simios, la intrusa se alejo de la Aldea y se acomodo en la estación de gasolina abandonada. Allí llevaba dos días enteros, no armaba escándalos. Los simios informaron que no hacia nada sospechoso, solo ordenaba un sitio para ella adentro y prendió una pequeña fogata con que darse calor.

Todo se encontraba en orden.

¿Por qué ir? Peligroso.

—Puedes volver. Yo querer verla de cerca. Bonita.

—Peligrosa. —repitió.

Se asomaron por los cristales de la tienda, igual que siempre, pero notaban una zona amplia y limpia con las pertenencias de la chica. Y ella se encontraba durmiendo con su bolso funcionando como almohada y una manta cubriendo su cuerpo.

Podían verla dormir con calma, sin ceño fruncido, ira en sus ojos. Se encontraba en paz. Sin pensarlo se dirigió a la entrada del lugar, sin objetos de por medio, quería ir más cerca de ella. Verla con más detenimiento.

Escuchaba el bajo ulular de su acompañante, advirtiendo que era peligroso. Pero hizo oídos sordos ante ello, caminaba en sus cuatro patas teniendo cuidado de donde pisaba. No quería patear algo y despertarla.
Sus brillantes ojos admiraron a la joven, sus labios entreabiertos, párpados cerrados y expresión relajada. Inclino su cabeza curioso, sin evitarlo sonrío un poco. A los minutos decidió salir de nuevo ignorando los reclamos, regresaron por el mismo camino.

Debían volver antes de que alguien notará que no estaban.

Pudo ser peligroso.

—Dormida.

Rodo sus ojos ante la respuesta que recibió de su parte.

—Ustedes son una plaga.

Sus cuerpos fueron presos por una red, comenzaron a soltar alaridos altos para atraer a los demás simios, pero se encontraban lejos. Se sacudian queriendo liberarse, pero eran arrastrados por el hombre mayor.

—Debería usar sus pieles como abrigo. Quizá un cenicero con esas feas manos, escuche que cazan para ello. —el sujeto comenzó a reír a carcajadas por sus propias palabras.

Aunque se movieran con brusquedad, mordieron las sogas, era imposible huir. En la Aldea nadie podía escucharlos, era demasiado temprano para que notarán sus ausencias.
Temían por sus vidas, iban a ser enviados a quien sabe donde para hacerles quien sabe que, querían a sus familias.

—¡Ey! —el individuo sujeto una zona de la cabeza al recibir un impacto en la misma. Sus ojos observaron primero a ambos simios atrapados, luego fue subiendo hasta ver otra persona. Tenia una mirada cansada, portaba una simple camisa suelta y pantalones oscuros, alzando a ver como soltaba una pequeña roca— ¿Tu me lanzaste eso? Maldita niña.

—Vete.

—¿Como dices? Perra, debería matarte por lanzarme rocas.

El masculino busco en su bolsillo trasero y en un instante saco un arma plateada, Mina inclino la cabeza observando el objeto en sus manos.

Beretta.

La de cabellos oscuros movió sus hombros en círculos, desenfundo el cuchillo de caza que se encontraba guardado al costado de su cintura. Con una tela sobrante que colgaba en su cadera la uso para atar el arma blanca contra su mano, ajusto firmemente y volvió a ver al hombre.

Vio como su dedo índice que posaba en el gatillo y fue su señal para correr a su derecha camufladose entre los árboles, las balas daban de suerte contra los troncos o rocas a lo lejos.
Los primates seguían gritando en alto por los fuertes sonidos que cantaban sus oídos, cubrían el cuerpo del otro por miedo.

—¡Ya deja de moverte! ¡Mierda! —los disparos cesaron por ya no tener en el cargador. Con rapidez lo cambio y busco a la chica de nuevo, pero no fue necesario el tardar. Ya que la joven asiática se encontraba saltando a su derecha.
Grito al sentir el corte profundo en su brazo derecho, lanzó un golpe con el arma pero Mina se agacho evitando aquello.

Lanzó su cuerpo contra el hombre cayendo juntos al suelo, ambos tenían atrapadas las manos del otro que portaban sus respectivas armas. Forcejeaban juntos por darle al contrario un golpe que detuviera la pelea. La primera en ceder fue ella para propinar un golpe en seco en la mejilla del mayor, con su pierna retuvo el brazo que tenía la Beretta y con sus dos brazos guió el cuchillo en medio de su rostro.

—¡Ya. Muérete!

Su brazo izquierdo golpeo el otro para bajar con más fuerza el cuchillo. Separo sus labios soltando un fuerte grito, su contrincante mordió su brazo con fuerza.
Decidió alejarse dando otro golpe en su cabeza, miró su brazo que ahora tenía marcas de diente. No le dio tiempo de disparar al verlo en pie y golpeo el costado de su cuerpo repetidas veces.

Bloqueo su antebrazo y dio otro golpe directo en su mandíbula, se agacho unos centímetros y se lanzó nuevamente sobre él. Le arrebato el arma que cayó no muy lejos y disparo sin dudar en medio de su frente. Observo el cuerpo sin vida del mayor bajo de ella, dejó caer sus hombros exhausta. Limpio el resto de sangre que salpicó algo de su cara.

Giro medio cuerpo, decidió caminar hasta los primates y los libero cortando las sogas, ambas retrocedieron un poco, seguían espantadas.

—No deberían salir solas. Cornelia, Tinker.

Ellas ulularon bajo, vieron al culpable de capturarlas en el suelo, ya no iba a levantarse de nuevo. Regresaron con la otra humana, ella las seguía mirando con el ceño fruncido.
Las tres escucharon el sacudir de los árboles y galopes rápidos contra la tierra. El resto de los simios llegaron, Mina se puso de pie y observo como ambas iban con sus respectivas parejas.

César la observo desde su lugar aún abrazando a su esposa.

—¿Que pasa? ¿No sabes que decir? —hablo ella. El simio no hizo nada— Solo di gracias.

—Gra... cías. Mina.

Ella sonrío entre suspiro, dio la vuelta caminando hasta el cadáver del sujeto, atrapó el arma que tenía y la desarmo quitando todas las balas que quedaban.
Tiro los restos, levantó el cuchillo aún lado y lo guardo de nuevo en su funda, puso ambas manos en sus caderas recuperando el aliento.

—Tu podías... ignorar. Irte. —escucho de César.

No volteo a verlo, miraba lo que tenia en frente. Bosque— Le hice una promesa a mi hermano. Y por más que te odie... me enseñó a jamás romper un juramento.

—¿San... Woo?

—Jae —miro una última vez al hombre sin vida en la tierra—. Era con quien iba el otro hombre, solo eran ellos aquí. No debes preocuparte por los tuyos.

No dijo nada más y procedió a dirigirse de nuevo a la tienda en ruinas. Y de nuevo esos ojos azules y verdes la veían no muy lejos. Recibió un asentimiento por parte de ambos, imito su acción con una diminuta y poco notada sonrisa.

_______________

Acercamiento. Pronto?

No olviden votar y comentar!
☆★

𝑇𝑂𝐺𝐸𝑇𝐻𝐸𝑅 | 𝘽𝙡𝙪𝙚 𝙀𝙮𝙚𝙨/𝘼𝙨𝙝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora