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—¿De verdad te vas a enojar por eso?— dijo Ángel mientras venía tras de mí.

Yo lo ignoraba y seguía subiendo las escaleras hasta llegar al pasillo, donde el me había alcanzado y se coloco en frente de mi.

—Ángel pue–

—Rosa, te pregunté algo, ¿de verdad te enojaste por eso que dije?

—¿Tu que creés?— levante una ceja mirándolo, enojada y frustrada.

—Okay, perdón ¿vale?

—Enserio eres un–

Justo estuve a punto de decirle algo pero en ese momento desde la parte baja, ambos escuchamos a la señora Ylibert llamarnos.

—¡Ángel, Rosa! ¿¡dónde están!?

Ambos bajamos las escaleras hasta llegar a la cocina.

—¿Pasa algo mamá?

—No, dana querido, te iva a pedir que vallas al súper a por unas cosas con Rosa.

—¿Que no vienes de allá?— le dijo confundido.

—Vengo de llevar a Alessandro al parque—  le dijo seria acercándose a él —toma—  dijo dándole al parecer una tarjeta y una pequeña lista de compras —y no tarden ¿vale?— nos miró a ambos.

—Disculpe Ylibert, yo no–

—Querida, no me digas que no quieres ir, debes salir de ésta casa e ir al parque que está cerca u otro lado.

—Mamá.

—Ya váyanse vamos, vamos.

Ylibert nos tomó a ambos por los hombros dirigiéndonos hacia la puerta principal, dejándonos afuera sin dar respuesta alguna.

—Esto no me puede estar pasando— dijo llevando una mano a su rostro masajeando sus ojos.

—¿Qué...? ¿No te gusta ir al súper a por unas compras?

—Chistosa.

—Pesado.

—Uhg...

—Dejame ver la lista.

—Púes ten.

Me asomó la lista y la tomé en cuanto la dirijo hacia mí. Leí algunas cosas de la lista y luego lo mire.

—¿Hacía donde esta el súper?

—Esta a unas pocas cuadras de aquí— dijo ahora mirándome.

—Pues vamos.

Yo comense a caminar pero el no se movió de su lugar.

—¿Quieres ir a pie?— me dijo con una ceja levantada.

—Pues claro, ¿qué tiene eso? ¿O acaso quieres ir en coche?

—Iría en coche, la cuestión es que mi papá está en el trabajo con él, y mi hermano en su moto.

—Pues vámonos a–... Espera ¿¡tu hermano tiene moto!?— lo mire sorprendida.

—Sí, ¿ahora te enteras?

—Pues claro tonto, ¿qué creías? ¿Que ya lo he visto? Pues obviamente no, si apenas tengo dos días aquí.

—Oh, si cierto.

—Ya estoy comenzado a pensar que tienes alzheimer— le dije irritada.

—Que Dios no quiera niña.

—No me llames niña.

—Pero si tienes dieciocho, apenas estás siendo una pequeña adulta— dijo con una sonrisa burlona.

Un Viaje Hacia El Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora