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—¡¡Ambos sois unos pesados!!— le gritó Fer a Ángel y Edward enojada.

Ya habíamos salido del súper con las compras en mano, pero Fer aún seguía insistiendo en que le comprarán su sushi. Cosa que ni Ángel o Edward hicieron y yo ni siquiera me atreví a opinar en nada, o decir una sola palabra

—Por Dios, ¡solo es sushi!— le reprocho Ángel a Fer.

—¡MI! sushi— le corrijo Fer a Ángel.

—Dios mío— dijo Edward rodando los ojos.

—Además haría que Rosa probara sushi por primera vez.

—Ja. No me puedo creer eso todavía.

—Te advertí antes, no lo volveré a hacer ahora.

—Vale, tranquila niña.

—No me llames así.

Y así en el trayecto de camino a casa todo era hablando sobre sushi, sobre que había que comprarlo, a qué restaurante chino irían y así. Simplemente a mí no me llama la atención comer o probar sushi, pero Fer estaba tan aferrada a la idea de hacerme probar sushi, que aprovecho para invitarnos a ir a un pequeño local de comida chica que estaba no muy lejos en unos días.

Yo rechacé la oferta, no quería ser grosera, pero sé perfectamente que esa comida no me va a gustar, pero Ángel dijo que sí y que estaba de acuerdo con ello y que sí o sí me haría ir al local de comida china.

Pero luego terminamos en una pequeña disputa.

—No voy a comer nada.

—Si lo harás.

—¿Quién eres tú para darme órdenes? ¿Mi niñera?

—Umm... técnicamente, si, si soy tu niñera.

—Si, como no.

—En realidad, si lo es Rosa— me dijo Edward.

—Te lo dije— me dijo con una sonrisa triunfante. Acto, el cual odié.

—No lo es.

—Si lo soy. Me dejaron a cargo de ti, si quieres preguntale a Emily.

—Lo are cuando lleguemos a tu casa.

—"Nuesta" casa— me corrigió —. Con que estés viviendo un año entero aquí, técnicamente ya es como tu hogar.

—No lo es.

—Si lo es.

—Que no.

—Que sí.

Y seguimos hablando hasta llegar a casa de Ángel. Y la verdad es que no creo que llegue, o llegará el momento en que vea esta casa como la mía.

Edward nos ayudó a sacar las compras del coche y Ángel le ofreció pasar a la casa, pero dijo que ya tenía que irse con Fer y qué agradecía su invitación, y Ángel no se opuso, yo le agradecí por la ayuda y nos despedimos no sin antes Fer venir corriendo hacia mí y pedirme mi número de teléfono. No me creo el hecho de que le allá agradado tan rápido después del show del sushi. Pero no me molestaba.

Y Edward junto con Fer se fueron. Ángel y yo entramos a la casa donde ya Ylibert nos esperaba en la cocina, y al escuchar la puerta abrirse volteó hacia nosotros con una sonrisa.

—Hola. ¿Está todo aquí?

—Si mamá.

—Rosa, ¿la pasaste bien?

—Si, un poco.

—¿Un poco?

—Si.

Vi como la señora Ylibert se volteaba a ver a Ángel seria, pero él ni se inmutó de nada ya que sacaba las compras de las bolsas colocando las en la mesa distraídamente.

Un Viaje Hacia El Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora