Un Viaje Hacia El Amor

20

Ya estaba llegando tarde al instituto y estaba corriendo mientras subía las escaleras, esperando que el profesor no me dejase fuera de clases. Y más siendo mi primer día y último año en este lugar.

—¡Buanos días!— dije abriéndo la puerta mientras respiraba muy agitada

—Llegás tarde Rosa— dijo el profesor con un libro en mano.

—Lo siento profesor.

—Si, si, ve siéntate en tu lugar.

—¡Si! Muchas gracias.

Y rápidamente me senté al lado de mi amiga Andrea quien creo me esperaba anojada por mi tardanza.

—Bien chicos el día de hoy hablaremos sobre **...

—¿Porqué llegaste tan tarde?

Apenas empezó a hablar el profesor, Andrea me iso girar hacía ella confusa.

—¿Que?

—¿Porqué llegaste tarde?

—Perdona, tuve un inconveniente de camino y pues...

—Si, si, bueno. Dejemos de hablar, más tarde me cuentas.

*****

Andrea y yo estábamos sentados en un banco bajo un árbol resolviendo problemas de matemáticas.

—¡Ahg! ¡Odio las matemáticas!— me queje mandando a volar el libro de matemáticas.

—Jajaja, son fáciles Ros.

—Si claro, lo dise la chica que es malísima en física.

—Ay cállate.

—Jeje.

—Disculpa— nos interrumpió un chico asomando el libro que había tirado —¿Es tu libro?— me pregunto directamente a mi.

—Si, es de mi tonta amiga, muchas gracias— dijo Andrea tomando el libro de sus manos.

—No ay de que, ¿les importaría si me siento?— nos dijo señalando la banca.

—Emm... no, para nada, solo hacemos ejercicios de matemáticas—le dije ofreciéndole un lugar.

—Gracias, ¿las ayudo?

—Puedes ayudarla a ella, yo ya estoy bien gracias— dijo Andrea bolbiendo con sus ejercicios.

—Vaya amiga que eres.

—No te quejes, además, ni siquiera entiendes lo que te explico.

—Ugh~... bueno...

—¿En qué página estás?

—¿Eh? ¡Oh! Es la doscientos treinta y nueve (239).

—Vale... esto no será tan difícil.

—Claro... y... ¿como te llamas?

—Me llamo John ¿y tú, como te llamas?

—Me llamo Rosa, pero mis amigos me llaman Ros.

—Okay Ros, ¿empezamos?

—Si.

*****

—¿Ya entendiste?— me pregunto mirándome curioso por mi respuesta.

—¡Si! ¡Ya lo entiendo al fin!— dije feliz.

—Al fin.

—Ay, callate Andrea.

—Jajaja.

—Jaja... bueno tengo que irme, llego tarde a química— dijo levantándose de la banca.