Capítulo VI: De mafiosos a policías

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POV. CARLOS

Una semana. TK había pasado una semana desaparecido.

El ambiente en la organización era pesado y tenso. Los chicos estaban ansiosos y más irritables de lo normal. Todos lo estábamos. Momentos así —cuando aún teníamos a TK con nosotros— y no avanzábamos en las investigaciones, mi marido ya habría levantado al equipo y nos haría hacer una de esas ridículas sesiones espiritistas que leyó una vez por internet para mejorar nuestro enfoque. La sala se llenaría de quejas y maldiciones dirigidos a TK, pero a él no podía importarle menos. Grace también se uniría a sus payasadas. Luego, Judd diría que era un complot, pero también cooperaría.

La misma Grace que hace unas semanas sonreía con orgullo a las respiraciones forzosas de Judd durante la sesión, ahora movía su pierna con nerviosismo y lloraba en silencio. Nunca antes la había visto tan descarrillada, tan fuera de control. Judd parecía caer en un profundo agujero; no decía ni una palabra, mucho menos comía. Trabajaba día y noche; mañana y tarde. Luego estaba Owen que siempre se mostraba serio, pero se le escapaba una que otra lágrima al ver la foto de TK.

"Carlos." Sarina dijo. "Tenemos un vídeo."

Me levanté en un salto. Mis manos temblaron y sudaron en anticipación. Fruncí el entrecejo al ver a Nancy detrás de la detective; sus ojos cristalizados y sus labios rojos formados en una sola línea me hicieron estremecer. Una de sus manos se apoyó en el umbral de la puerta, los nudillos de sus manos estaban blancos por la fuerza que ejercía en su apretón. Sabía que era malo, solo esperaba que pudiera tener la valentía de no desmoronarme antes de tiempo. Le hice un gesto a Sarina y ella asintió. Dejé que avanzara mientras me repetía un mantra en mi cabeza: 'TK iba a estar bien. TK iba a estar bien.' Necesitaba saber que lo estaba o no podría dormir nunca más en mi vida. Entré a la sala de monitoreo. Grace hablaba con Judd, una de sus manos estaba apoyada en su antebrazo mientras el otro se movía agresivamente. Ella también tenía sus ojos llorosos; Judd la miraba con sus ojos vacíos y fijos en un punto muerto. Tragué con fuerza: esto realmente era malo.

"Le dije que tenía a los mejores rastreadores de todo el condado, Reyes." Su voz sonó tranquila y serena. Para ella, esto no era más que un caso al que le habían encargado; para mí, lo era todo. "Nancy descifró el mensaje de los perpetradores y lo desencriptó." Sarina agarró la base de la laptop de Nancy y la colocó frente a mí. Sus dedos agarraron el ratón y le dio click a la página. Mi respiración se detuvo al ver la miniatura: era TK. Mi marido estaba en una habitación —una jodida habitación hecha mierda que no tenía ni un maldito mueble— y había sangre en la cerámica del suelo.

"Sé que eres fuerte, Reyes." Dijo, una de sus manos se apoyó en mi hombro. "Pero esto no es fácil para nadie." Ella le dio click al vídeo y empezó a reproducirse. Los sollozos de TK inundaron la habitación. Él llevó sus rodillas hacia su pecho y ocultó su rostro entre ellas. Un hombre entró a la habitación, sus botas golpearon fuerte y claro contra el piso. Se acercó burlonamente hasta TK y mi marido lloró con más fuerza. El perpetrador se arrodilló a su altura y agarró con fuerza su cabello. Apreté con fuerza mi mandíbula y miré el rostro de ese hijo de puta en la pantalla. Memoricé sus rasgos y todo lo que tenía a mi alcance y me prometí —a mí y a TK— que él sería el primero al que mataré sin piedad cuando lo tenga en mis manos.

"Reyes." Habló. Volteó a TK e hizo que mirara a la cámara y deseé que lo no hubiera hecho: su rostro estaba lleno de moretones y había rastro de sangre cayendo de su labio inferior. "Rodriguez tiene un trato para ti, hombre." Acercó su rostro al de TK y él se estremeció, llorando desconsoladamente. Mi corazón se hundió en mi pecho al ver el miedo irracional en su cara. "Consíguele a cuatro muchachas y a dos hombres para este martes y llévalos a San Ángelo." Sacó un cuchillo de su pantalón y lo pasó por el contorno del rostro de TK. "Tráelos y lo dejaré libre. De lo contrario..." Él hundió el arma en su cuello y unas gotas mancharon la camisa blanca que TK traía puesta. "El patrón seguirá divirtiéndose con tu chico y no lo dejará pasar. Si es que me entiendes." Dijo, le dio un beso en la herida que había dejado y la trasmisión se cortó.

Buscándote (NO CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora