Cuando la campana sonó anunciando que ya había terminado el receso, Becky decidió quedarse en el salón y no salir, no tenía ganas de ver a nadie ni mucho menos de hacer amigos como le había dicho a su madre.
—Uhm ¿Becky Armstrong? —escuchó decir a un alguien, subió la mirada para ver quién era.
—Soy yo, ¿Qué sucede? —preguntó.
—La directora me pidió que te enseñara la escuela —explicó la chica.
—¿Tengo que ir sí o sí?
—Si quieres perderte buscando salones, sí.
—Está bien —se levantó de la silla.
—Por cierto, soy Nam Orntara, estoy en la otra sección —se presentó mientras salían del salón.
—Me presentaría, pero creo que ya te sabes mi nombre —dijo sacándole una risa a Nam.
La chica le enseñó la escuela, por fuera no parecía pero excesivamente grande, es decir, ¿Quién necesita tres canchas?, Tal vez con dos estaría bien ¿Pero tres?
—Una es para educación física y el equipo de fútbol, la otra es para el equipo de básquet y el otro es para el equipo de voleibol —le había explicado Nam.
Sigue siendo absurdo. Pensó, pero no dijo nada.
También se tomó el tiempo de actualizarla en tanto a personas y grupos los cuales no debería juntarse.
—Si han molestado a varias personas ¿Cómo es que siguen aquí? —no pudo evitar preguntar cuando Nam le contó de un grupo que habían estado molestado a los de años menores.
—Ya fueron expulsados de la otra escuela por problemas más grandes, los mandaron aquí por eso, se les ha dado varias sanciones pero no cambian, según no pueden expulsarlos porque se quedarían sin estudiar, o al menos esa es la excusa que se usan para justificarse —oyó un suspiro pesado por parte de Nam—. La directora Ahn es bastante considerada, si yo fuese ella ya los hubiese mandado otra vez para la otra escuela.
—Yo también —concordó.
—Bueno—suspiró cuando estuvieron otra vez en el salón de Becky—. Hasta acá llego como guía turística, espero le haya gustado el paseo.
—Fue agradable —Confesó, la de bracketsse llevó una mano en el corazón sintiéndose halagada.
—Me alegro mucho —hizo una reverencia, Becky la miró con una sonrisa divertida—, si tienes alguna duda puedes buscarme en mi salón o en la biblioteca, sino estoy en uno estoy en el otro.
—Lo tomaré en cuenta, gracias por enseñarme la escuela, guía turística Nam.
—No fue nada, señorita Armstrong, ahora si me disculpa, mi querido desayuno me está esperando en mi bolso.
Becky le hizo un gesto de despedida y entró en el salón que estaba vacío, supuso que todo el mundo estaría en la cafetería.
Se dispuso a tomar su desayuno con el café que le había preparado su mamá esa mañana y que seguía caliente gracias a ese nuevo termo que había comprado que lo mantenía caliente.
Mientras bebía su café y miraba a todos los demás estudiantes por la ventana escuchó a alguien entrar al salón.
—¿Castigada el primer día? —era la voz de la chica de la mañana, se volteó a verla con expresión seria.
—Es mejor que estar aquí que allá afuera —respondió con simpleza.
—¿Lo dices en serio? Puede haber una pelea allá a fuera y te la perderías.
—Si quiero ver peleas estudiantiles las busco en internet y ya.
—Eres una amargada —Becky ni se inmutó a responderle, la chica tenía razón—. Soy Freen —le extendió su mano.
La castaña la miró por unos segundos, luego la miró a ella, que le dedicaba una sonrisa.
—Becky Armstrong —le aceptó la mano.
—Lo sé, toda la escuela habla de ti —confesó mientras se sentaba en su mesa al lado de Becky.
—Como si fuera alguien interesante —murmuró.
—Bueno, eres nueva, es raro que haya nuevos ingresos que no sean de la otra escuela.
—Mmm —se limitó a decir, no prestando mucha atención.
Solo quería estar en su preciada cama disfrutando de una buena taza de café caliente mientras estaba enrollada en sus sábanas y viendo alguna serie, ¿Era mucho pedir?
Pues la vida parecía decirle que sí.
—No eres muy habladora, ¿eres asocial o sufres de algún trastorno de esos que te impiden hacer amistades?
—Creo que la primera opción encaja conmigo —le contestó y volvió a estar en silencio.
—¿Por qué no quieres hablar conmigo?
—Escucha conejita, no quiero hacer amigos ¿Okay?, es muy probable que a final de año me vaya de aquí, pierdes tu tiempo intentando hablar conmigo —dijo al perder un poco la paciencia, esa chica era muy insistente.
—Oye, conejita suena apodo para niña chiquita.
—Oh, disculpa, ¿Cuántos años tiene la casi jubilada?
—Muy creativa tu forma de preguntar, tengo quince años, el año que viene cumplo dieciséis.
—¿Quince? ¿No deberías estar en tercero?
—Se supone, pero cuando era niña descubrieron que era más inteligente que otros niños de mi edad, entonces me adelantaron un año —explicó—. ¿Y tú? ¿Ya estás que estiras la pata?
—Graciosita, tengo dieciséis.
—¿Recién cumplidos?
—Desde diciembre.
—Entonces eres mayor que yo...
—Como la mayoría aquí.
—Cierto —recordó.— Bueno, entonces eres mi phi —Dijo con una sonrisa, Becky le hizo una mueca.
—No me llames phi.
—¿Por? ¿Quieres que te diga abuelita?
—No somos cercanas para que me digas así —explicó.
Freen se arrimó más cerca de Becky, esta la miró confundida.
—Ya somos cercanas porque estamos cerca, ¿ahora sí te puedo decir phi?
Becky rodó los ojos, pidiendo paciencia.
La campana sonó, el receso había terminado.
—No te vas a librar tan rápido de mi —le dijo mientras entrecerraba sus ojos, apuntando los de Becky con dos dedos y luego los de ella.
Tal vez sus mañanas ya no serán tan aburridas como ella pensaba.
ESTÁS LEYENDO
Yellow ┊ Freenbecky ┊
Fanfiction"Eres el sol amarillo que ilumina mis días grises" Desde los trece años, Becky recuerda haber pasado por varias escuelas gracias al trabajo de su madre, y aunque antes se negaba a esos repentinos cambios, aprendió a que era mejor no encariñarse con...