Cortas historias sobre el SuguSato en diferentes universos. La mayoría de las historias están basados en fanarts, por lo que se les da créditos a sus respectivos artistas.
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La lluvia resonaba fuertemente en las calles oscuras de Tokio. La iluminación de la habitación era casi nula a excepción de los truenos que la mantenían con un poco de luz por unos segundos para después dejarla en completa oscuridad.
La pareja estaba recostada en la cama disponiéndose a dormir, pero un albino miraba el techo sin intenciones de cerrar los ojos. Su rostro se mantenía serio y tenso, mientras su cabeza trabajaba con fuerza. Giró suavemente en dirección a Suguru, quien le daba la espalda y mantenía una respiración relajada, simulando estar dormido. Pero no lo estaba. Ambos sabían que ninguno lo estaba.
Anteriormente habían tenido un desacuerdo que fue subiendo de tono hasta terminar en una discusión en donde ninguno se dirigió la palabra, dejando un ambiente tenso e incómodo. A pesar de eso, ambos decidieron dormir juntos sin decir nada, lo que nos lleva al momento de ahora. Satoru quería decir algo pero no sabía qué exactamente. Por lo que, soltó un bajo suspiro antes de estirar su brazo hacia el cuerpo del morocho y girarlo en su dirección, haciendo que ambas anatomías se vieran.
Los ojos zafiro del albino buscaban la mirada morada del contrario, pero éste se negaba a verlo, viendo cualquier parte de la habitación menos aquellos ojos.
— Suguru — susurró su nombre acortando más la distancia. — perdón, no debí reaccionar así. Es solo que estoy preocupado, no quiero que nada te pase.
— Yo también me preocupo cuando vas a tus misiones, Satoru — sus violetas ojos por fin le vieron. — pero siempre confío en que estarás bien, ¿no puedes hacer lo mismo?
Asintió con suavidad. — lo haré, perdóname.
El morocho no dijo nada, su disculpa fue aceptada y como respuesta acercó su cuerpo al ajeno, haciendo que sus narices rozaran y sus ojos volvieran a cerrarse. Satoru entendió esto. Imitó a su novio dejando por fin que el sueño invadiera su anatomía y pudiera dormir tranquilo por fin.
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