Atención

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A Satoru le gusta darle toda su atención a Suguru.

Satoru Gojo era buen conocido por ser un chico egocéntrico, inteligente, atractivo y deportista que solo hablaba con su grupo de amigos. Era casi imposible tener la atención del albino y cuando la tenías era una muy fría, casi sin interés. Las chicas que perseguían al alto siempre eran ignoradas por este sin llegar a ser grosero. Sus respuestas en la mayoría de las veces eran cortas, secas y con una indiferencia. Nadie parecía poder tener la atención del chico.

Hasta que conoció a Suguru Geto.

Ese morocho era el único que tenía la atención del de ojos azules las 24 horas del día. Habían encajado muy bien cuando se conocieron al empezar el semestre y cuando éste terminó, ambos comenzaron una relación. El grupo de amigos que los dos tenían por su parte terminaron por ser uno solo, llevándose todos y teniendo una buena amistad entre cada integrante.

Muchos deseaban saber el secreto de Suguru para tener toda la atención de Satoru para él, pero la verdad es que no lo había. La razón por la cual Gojo había caído rendido ante él fue por su personalidad calmada, la sonrisa que éste le dió el primer día que se conocieron y el bello tono de su voz que usaba cada vez que hablaban. Al principio el chico pensó que solo le había llamado la atención para mantener una amistad, pero conforme ambos se fueron tratando, hablando diariamente y conviviendo durante la semana esa atracción fue aumentando al punto de convertirse en un gusto hacia su persona y luego estar casi perdidamente enamorado de él.

Fue entonces que el albino se armó de valor para confesar sus sentimientos días antes de finalizar el semestre. Abriéndole su corazón al de ojos púrpura en medio de la nieve que caía bajo ese hermoso árbol de cerezo, sintiendo sus mejillas calientes como el fuego y sus manos temblar por los nervios. Sintiendo el doble de emociones cuando las cálidas manos de Suguru tomaron su rostro y le sonrió como solía hacerlo, para después corresponderle y empezar una relación que fue floreciendo con el paso del tiempo. Para sus amigos no fue razón de sorpresa, pues todos ahí eran capaces de notar como se veían ambos chicos. Sus ojos enamorados no podían engañar a nadie.

Para quienes sí fue sorpresa fueron para los universitarios que conocían al gran Satoru Gojo. Viéndolo de repente en el inicio de semestre tomando de la mano a un morocho con perforaciones y tatuajes, hablando de algún tema tan animadamente mientras caminaban hasta la primera clase de este, despidiéndose de un cálido beso y sonriéndose antes de irse. Eso nos traía al presente.

Geto se encontraba sentado en la banca del campus junto a Shoko, Utahime, Nanami y Haibara. Gojo estaba abrazándole desde atrás mientras su cabeza descansaba en su espalda, sintiendo las caricias que su novio le brindaba en sus blancos cabellos.

Haibara, quien estaba del lado izquierdo de Geto, tocó con suavidad su hombro para llamar su atención y señalar con discreción a un grupo un poco lejos de ellos que no les quitaba la vista de encima, además de que parecían hablar de ellos por la manera en la que sus ojos jamás se despegaban y los señalaban con descaro.

— Llevan así como 10 minutos — mencionó el castaño llamando la atención de todos, menos del albino que no se movió. — sobretodo a ustedes dos.

— ¿Deberíamos provocarlos? — Shoko tenía una sonrisa maliciosa en sus labios.

Suguru le hizo segundas y asintió. Detuvo sus caricias llamando por fin la atención de su novio, quien se acercó a su oído para preguntar si todo estaba bien.

— ¿Nos apoyas en una travesura, cariño? — asintió. — pon tu lindo rostro en mi mano y sonríe tan bonito como sueles hacerlo.

Fue entonces que Gojo se alejó con suavidad de la espalda de Geto. Suguru estiró su palma de manera horizontal a centímetros de su cuerpo, sintiendo el mentón de Satoru posarse encima y sonreír como su pareja le había pedido, sonrojándose un poco cuando el morocho le dijo "buen chico". Suguru por su parte sonrió amplio mostrando sus dientes, viendo a aquel grupo que en ningún momento les había quitado la vista de encima.

Suguru no era celoso.

Pero le gustaba marcar su territorio. Y Satoru era parte de él.











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Situaciones de pareja | SUGUSATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora