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Cuando llegaron a urgencias aquello se volvió el infierno.

Davos gritaba que le dejaran entrar a ver a su omega, que iba a matar a todos si no lo dejaban verlo y tuvo que ser sujetado por Ben y Ollie para que no se metiera a patadas.

-Solo están trabajando.

-Davos respira, debes dejar que los médicos lo ayuden.

Los veinte minutos que tardaron en llegar gracias al manejo agresivo de Ben, Davos abrazó a Aeron, le contaba cosas que tal vez no le había podido decir.

Le contó cuando lo vio por primera vez en la preparatoria, con quince años. Le dijo que hasta ese momento nunca se había fijado en un chico, pensaba que no eran tan atractivos como las chicas. Pero Aeron llegó con esa bonita sonrisa, sus ojos de venadito y esa naricita respingada. Tenía rasgos muy finos y no le podía quitar los ojos de encima.

Davos se rio de forma amarga al contar aquello, porque Aeron no entendía qué tanto le veía o por lo menos ese creía el alfa, porque el venadito escapaba y lo evitaba hasta la siguiente vez que sus ojos se encontraban.

Ahora Aeron no estaba con él, tenía que aguantar la lejanía y el no poder saber cómo estaba y tenía que esperar a que alguien saliera a decirles lo que pasaba. Lo cual era una tortura para Davos, daba vueltas de lado a lado en la sala de espera mirando la puerta por dónde entró el omega y gruñendo cada vez que alguien entraba o salía.

Ollie se encargó de llevar a las omegas y también las ingresaron, tampoco se sabía nada de ellas, estaban ahí mirando la puerta, sin poder sentarse a hablar por la enorme tensión que proyectaba su primo y que no los dejaba relajarse. Parecía que Davos esperaba que algún otro horror se hiciera presente en cualquier momento y debía estar alerta para reaccionar.

La puerta se vuelve a abrir y un médico de uniforme azul y bata blanca lee el nombre de Aeron de una tableta. Davos se lanza para quedar frente a él, parece querer leer de la expresión de ese médico lo que esta pasando con el omega.

-¿Son familiares? - le pregunta y como han dado el apellido Blackwood, Davos asiente y le dice que es suyo, su omega. El médico debe haber visto miles de alfas en estado de locura insana porque ni parpadeó.

-Está estable, pero perdió bastante sangre...

Ben dejó de escuchar por un momento porque no entendía mucho hasta que Davos le hace volver a prestar atención al ver que su primo agarra al doctor de la bata y lo sacude.

-¿Qué diablos dijo?

-¡¡Davos!! ¡Deja al médico, nos van a sacar de aquí si lo lastimas!

-¡¡Davos!! ¡Deja al médico, nos van a sacar de aquí si lo lastimas!

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Aeron abre los ojos y encuentra el rostro de su alfa frente a él. Le sonríe y su alfa responde de la misma manera.

-Tuve un sueño muy estúpido.

-¿Qué soñaste mi vida?

-Que matabas a todos los Bracken...

Aeron trata de moverse y el dolor punzante en todo su cuerpo lo hace detenerse. Era tan intenso el dolor en sus piernas que las lágrimas brotaron de sus ojos sin poderlas controlar. Davos se acerca, le da un beso en la frente y busca su mano. Tiene la piel raspada y moretones en los brazos, Davos observa cada marca en su omega y siente dolor real en su estómago.

El sabor de tu sangre en mi bocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora