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-Es tu novio

-Sólo cogemos.

-Se pelearon juntos contra el Frey y sus tontos omegas.

-Nos peleamos al mismo tiempo, no juntos.

-Anda detrás de ti, miralo, ahí está.

Aeron levanta la mirada y si, ahí está Davos, con su expresión de asesinato contenido, asesinato en pausa. Esa mirada la conoce y hasta le parece sexy cuando la ve en el alfa.

-De verdad, no hemos hablado sobre ser novios.

-Pues las acciones pesan más que las palabras y él actúa como tu novio.

Davos lo detiene al pasar, lo jala para alejarlo de sus amigos a quiénes a punto estuvo de gruñirles. Se ve bonito así todo salvaje, quiere agarrarlo a besos ahí, enfrente de todos, morderlo él también porque no es justo que sólo sea el omega quien tenga una herida en el cuello.

Su aroma debió cambiar porque Davos olvida a los demás para mirarlo como si fuera la primera vez, lo recuerda bien. Pasó a su lado y empezó al olfatear, entonces lo agarró con fuerza y lo llevó entre los árboles para morderlo. Cuando Aeron salió del shock comenzaron los golpes.

Ahora no le asusta esa mirada, le excita, le agrada que lo puede provocar así tan sólo con su presencia, con su aroma.

Aunque tal vez Davos no conoce los límites, como el estar en la escuela, como saber esperar al momento correcto.

-¿Qué?

-Ahora.

-No.

-Sí.

Davos no va a esperar a un mejor momento, lo toma de la cintura y lo echa sobre su hombro como un costal de papas. Comienza a caminar con el así cargado ante la mirada incrédula de sus compañeros, de los amigos de Aeron.

-Bájame.

-Ahorita, en mi verga, no seas desesperado.

-Davos...

Le da una nalgada para callarlo, Aeron grita pero se controla, no quiere terminar llamando la atención de ningún maestro. Lo mete a un salón que no reconoxe hasta que nota los espejos, ahí enseñan danza y no se usan hasta la tarde, después del horario oficial.

Davos lo baja sin mucho cuidado, Aeron casi termina de nalgas sobre el piso y el otro no pierde tiempo para subirse encima, abriendose paso entre sus piernas para luego aplastarlo con su cuerpo y evitar que escape.

-No deberíamos.

-¿Por qué no?

-Estamos en la escuela...

Davos le presta atención, mira sus ojos, mira sus labios, comienza a darle besos que inician cálidos y castos para luego morderlos y lamerlos buscando entrar en su boca.

-Davos...

-¿Qué?

-Pinche caliente.

El sabor de tu sangre en mi bocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora