Capítulo 30: Una luz en la oscuridad

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Don Vittorio estaba sentado en su lujoso despacho, con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Para él, Elena y Damián estaban muertos, eliminados de la ecuación. Sin ellos, sus planes seguirían sin obstáculos.

—Finalmente, un problema menos del que preocuparme —murmuró, levantando una copa de vino en un brindis solitario.

Sin embargo, la tranquilidad de Don Vittorio estaba a punto de ser sacudida.

En la casa de campo, Elena y Damián se habían reunido con Javier, Marcos y Laura. El ambiente era tenso mientras discutían cómo proceder con las pruebas que habían recolectado.

—Tenemos muchas pruebas, pero no hay una conexión clara entre ellas. Necesitamos algo más concreto para que tenga impacto —dijo Javier, desplegando varios documentos y grabaciones sobre la mesa.

—Estas grabaciones son incriminatorias, pero sin un contexto adecuado, pueden no ser suficientes —añadió Laura, analizando los datos en su portátil.

Marcos revisaba los documentos financieros obtenidos por Elena, buscando alguna pista que pudiera unir todo.

—Hay transacciones sospechosas, pero necesitamos un hilo conductor que las una directamente a Don Vittorio y a la manipulación del sistema judicial —dijo Marcos, frustrado.

De repente, el teléfono de Damián sonó. Miró la pantalla y vio que era una llamada de un número desconocido. Dudó por un momento, pero decidió contestar.

—¿Damián? Soy Irene —dijo una voz nerviosa al otro lado de la línea.

—¿Irene? ¿Qué quieres? —preguntó Damián, con desconfianza.

—Quiero ayudar. Don Vittorio me ha mostrado su verdadera cara al dejar a Elena por muerta. No puedo seguir trabajando para él —respondió Irene, con determinación.

El grupo escuchaba atentamente, intercambiando miradas de duda.

—¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti? —preguntó Elena, tomando el teléfono de Damián.

—Sé que tienen pruebas, pero les falta la conexión. Tengo documentos y correos electrónicos que pueden completar el rompecabezas. Solo necesito una oportunidad para demostrarlo —dijo Irene, suplicante.

Damián y el grupo discutieron brevemente, sopesando los riesgos y las posibles ventajas de aceptar su ayuda.

—Está bien, Irene. Nos encontraremos en un lugar seguro. Pero si esto es una trampa, lo pagarás caro —advirtió Damián, antes de acordar una hora y lugar para reunirse.

Horas más tarde, Irene llegó al lugar acordado, con varios documentos y un pendrive en mano. El grupo la recibió con cautela, listos para cualquier traición.

—Aquí están los documentos internos de la Camorra que Don Vittorio me dio para guardar. Contienen detalles sobre operaciones ilegales y transferencias de dinero que pueden ser rastreadas hasta él —dijo Irene, entregando los documentos a Damián.

—Esto es oro puro. Si podemos conectar estos documentos con las grabaciones, tendremos un caso sólido —dijo Javier, revisando los papeles.

Laura, la experta en tecnología, había estado analizando las grabaciones de los micrófonos ocultos en el despacho de Don Vittorio.

—He encontrado varias conversaciones incriminatorias. Aquí está Don Vittorio hablando sobre cómo manipuló las pruebas contra tu padre, Elena —dijo Laura, reproduciendo una grabación.

En la grabación, Don Vittorio discutía con uno de sus socios sobre cómo habían falsificado pruebas para incriminar al padre de Elena, asegurándose de que nunca pudiera salir de prisión.

—Esto es solo una parte. Necesitamos más pruebas para que sea irrefutable —dijo Elena, escuchando atentamente.

Elena sacó una carpeta con documentos que había estado recopilando durante su infiltración.

—Estos son registros de transacciones y correos electrónicos que logré obtener. Muestran cómo Don Vittorio movía dinero y manipulaba a diferentes personas dentro del sistema judicial para mantener a mi padre en prisión —dijo Elena, extendiendo los documentos sobre la mesa.

Marcos, quien tenía experiencia en finanzas, comenzó a revisar los documentos.


—Podemos rastrear estas transacciones. Si podemos demostrar que Don Vittorio utilizó sobornos para manipular el sistema judicial, tendremos una prueba irrefutable —dijo Marcos, señalando varias conexiones en los papeles.

Durante horas, el grupo trabajó incansablemente, conectando cada pieza de información. Las grabaciones, los documentos proporcionados por Irene y las pruebas recopiladas por Elena formaban un entramado complejo pero claro.

—Aquí tenemos la prueba de cómo Don Vittorio incriminó a tu padre, Elena. Aquí están los sobornos y las transferencias de dinero que utilizó para manipular a jueces y oficiales. Y aquí están las operaciones ilegales que lo conectan directamente con la Camorra —dijo Javier, señalando un mapa lleno de anotaciones y conexiones.

—Con todo esto, podemos chantajear a Don Vittorio y exigir la liberación de tu padre —dijo Damián, mirando a Elena—. Tenemos todo lo que necesitamos.

Elena asintió, sintiendo una mezcla de alivio y determinación.

—Ahora necesitamos planear cómo vamos a utilizar esta información. No podemos simplemente entregarla a las autoridades; Don Vittorio tiene demasiada influencia —dijo Elena.

—Debemos usarla para chantajearlo, forzarlo a liberar a tu padre y luego exponerlo públicamente. Necesitamos que pierda todo su poder e influencia antes de que pueda reaccionar —sugirió Irene.

El grupo asintió, cada uno consciente de los riesgos pero también del potencial éxito de su plan.

Horas más tarde, mientras Damián y Elena se preparaban para su siguiente movimiento, el ambiente estaba cargado de tensión. La noche anterior había sido intensa, pero ahora tenían un objetivo claro: derrocar a Don Vittorio y asegurar la libertad del padre de Elena.

El Vals de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora