EPISODIO 4

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EN CALMA

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KOLJA

Entro a la mansión, la madre de mi prometida me permite el paso y no dudo en abrir la puerta de su habitación. En silencio y con cuidado dejo el equipaje en suelo mientras busco su presencia un tanto desesperado.

El corazón late con fuerza mientras cruzo el umbral de la habitación. La luz de la luna se filtra a través de las cortinas, pintando el suelo de un plateado tenue. Hella está allí, de pie en el balcón, su figura envuelta en una especie de halo celestial y un vestido blanco largo que la hace ver como un ángel alado.

No ha notado mi presencia. Sus ojos están fijos en la pequeña criatura que sostiene en brazos. La barriga de Hella, abultada y redonda, es un recordatorio constante de la vida que crece dentro de ella. Nuestros hijos están en camino, y la emoción y el temor se entrelazan en mi pecho porque los cuatro están en peligro y aunque tengo las herramientas para acabar con el que sea, sigo sin quitarles de encima a su peor enemigo.

La canción de cuna flota en el aire, como un susurro de esperanza. Hella canta con una dulzura que me conmueve hasta lo más profundo. Las palabras son simples, pero contienen todo el amor y la promesa de protegerla pase lo que pase.

Duerme, pequeña estrella, bajo el manto de la luna que tus sueños son barquitos que navegan en la bruma—siento que el corazón se me va a salir del pecho.

El cielo nocturno la respalda con una fusión de colores y me recuesto en el marco de la puerta, cruzando los brazos. Hella sigue cantando, ajena a mi presencia. Y en ese momento, lo sé con certeza: «Esto es el amor» Verla a ella, a nuestra hija, en esta linda imagen, y sentir que el alma se me sale por los ojos. Es un regalo, un privilegio, y estoy decidido a protegerlo con todas mis fuerzas que tengo.

Me quedo en silencio, escuchándola cantar, sintiéndome privilegiado, mientras me regala una imagen que es la personificación del lenguaje del amor mas puro y verdadero que existe.

La noche te acuna con su suave canción, mientras papá y mamá te observan con devoción—continua con su melodiosa voz y la noche le sirve como escenario ya que la luna no quiere perderse tampoco este momento— Que tus risas sean luceros, que tus lágrimas sean rocío. En este mundo de sueños, eres nuestro más preciado tesoro.

La admiro demasiado, los amo con todas mis fuerzas y tengo claro que si no me quedo grande sobrevivir a los desafíos de la fraternidad, no me va a quedar grande proteger a lo que más amo.

Hella voltea con una sonrisa que se desvanece cuando nuestros ojos se encuentran y la sorpresa es tal que apenas si parpadea.

—Arquitecta, asesina y además de eso cantante—le digo sacándola de la burbuja—eres el paquete completo Krasivyy.

—Mi amor—le sonrió asintiendo y aun no se las cree, pero me acerco a ella, pegándola a mi cuerpo mientras sostiene a nuestra pequeña.

Le beso los labios que he anhelado por días y ella corresponde mientras siento el sabor salado de sus lágrimas que emana mientras une su lengua a la mía en un beso que me reitera lo mucho que me ha extrañado.

No quiero soltarla y siento como su cuerpo tiembla pegado al mío. Temo que pierda fuerzas y sin soltarle los labios le quito a mi pequeña Amaranto que duerme en los brazos de su mama que son el refugio mas seguro que existe.

—Perdóname, es que estoy muy susceptible estos días—le limpio las lagrimas antes de organizar la hebra de cabello rebelde detrás de su oreja.

—¿Estas bien? —acaricio sus mejillas que se tornaron rojas mientras sostengo a mi hija.

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