INFIERNO

EPISODIO 8

EN LA MIRA

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HELLA

El sentimiento de pánico me embarga y me sostengo de las paredes con ambas manos, queriendo mantener la calma. Inhalo, exhalo, una, dos, tres veces seguidas con los ojos encharcados pero el corazón me late demasiado rápido y el miedo que me avasalla me....

—Mamaaaaaa—grito desesperada, llamando a la mujer que me dio la vida—mamaaaaaa.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, mi corazón se detiene y mi mente se llena de pensamientos aterradores. No puedo ni subirme la ropa intima porque mis extremidades están congelados, a la vez que grito nuevamente el nombre de mi mama que abre la puerta del baño asustada.

Un pánico ciego me consume, mi mente es un torbellino de terrores y mi cuerpo tiembla sin control mientras la observo con mis piernas temblando, las cuales temo que me fallen en cualquier momento.

—Hella—se lleva las manos a la boca mientras me ve.

—Mami no los quiero perder—todo por dentro me tiembla.

—Dios mio.

Se apresura a ingresar, subiéndome la ropa íntima y me avergüenzo cuando llega papa, Dasthan y Dj queriendo saber qué pasa.

—No, llévatelo, llévatelo—le pido a Dasthan porque Dj no puede verme así, no quiero que me vea de esta manera—por favor.

Papa me carga sacándome del baño mientras Dj le alega a Dasthan que lo deje, que quiere saber que tengo, pero no lo suelta alejándolo de mi que lloro mientras papa me carga en sus brazos como cuando era una niña.

—¿Cómo te sientes Hella? —pregunta mama—¿Qué sientes, habla?

—Me duele mucho mami—el corazón se me va a salir del pecho—tengo un dolor bajito, punzante, mis bebes, mama, mis bebes.

—Todo estará bien—susurra papa—te lo aseguro.

Me siento como si estuviera cayendo en un abismo sin fondo, mi corazón late con fuerza y mi alma se llena de angustia porque no quiero que nada le pase a mis hijos ya que en medio de tanta porquería, es lo mejor que me ha pasado.

—Mama—se me encoge el corazón con la vocecita de mi hija Amaranto que carga Samira.

—¿Qué pasa? —se angustia mi hermana.

—Llevaremos a Hella al doctor—avisa papa, subiendo las escaleras.

—Quédate con tu hermano, te avisaremos.

Mama se apresura abrir la puerta de la protección subterránea, subiéndonos al elevador que nos deja en el parqueadero de la empresa de telecomunicaciones que tenemos en esta ciudad.

Me sube al auto y mama lo hace conmigo en la parte trasera mientras llama al Polaco que tiene cede aquí en la ciudad de Copenhague y nos sorprende diciendo que se encuentra precisamente en esta ciudad por lo que nos puede atender.

Sudo frio, un miedo atroz me consume, mi mente es un caos de pensamientos aterradores y mama me abraza dándome fuerzas, susurrándome que todo va a estar bien y aunque sus palabras me reconfortan, una parte de mi desea tener al ruso a mi lado.

—No de nuevo Dios por favor—suplico con lágrimas y captando la humedad espeluznante entre mis piernas—por favor no me hagas esto de nuevo.

Ava me limpia las lágrimas, me quejo de los dolores bajitos que me dan y es el propio polaco, Polo van sistine me recibe con una camilla, donde papa me deja con cuidado. Me aparta el sudor con la palma de su mano mientras me encojo en el sitio, tratando de calmar la punzada aguda que me llena de temor, ya que recuerdo esa vez donde perdí a un bebe y solo Amaranto se salvó.