EPISODIO 18

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PASION

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CORA

La venda no me permite saber donde estoy, solo puedo sentir, captar, intuir un poco donde me encuentro pero hasta ahí. Las esposas alrededor de mi muñeca me mantienen sujeta a los brazos de la silla acolchonada, es suave, incluso en el respaldo ya que parezco estar sentada sobre una nube.

Es la sensación que me da y pese a estar atada, vendada y semi desnuda, no siento que este en peligro, pero si me desespera demasiado la situación, ya que no tengo idea donde estoy o si me compro ese sujeto como lo tenían planeado. Tengo mil escenarios en mi cabeza y cada uno de ellos me sube la tensión al cuello debido a todos los episodios posibles porque sinceramente cualquier cosa puede pasar.

Me sacaron de ese lugar apenas me compraron, embarcándome en un auto que anduvo por un par de horas. Lo que tengo que hacer es calmarme, se que estoy un poco desorientada porque no escucho a nadie de mi grupo, no se como comunicarme y mucho menos puedo recibir instrucciones.

«Que desespero» me angustia no poder hacer esto bien. Es decir, siempre he estado fuera del caos, viéndolo, previniendo, ayudando, pero jamás en medio del fuego cruzado y no puedo negar que me emociona demasiado, como también me da mucho miedo fracasar.

No puedo controlar el tic de mi pierna, e intento liberarme de las esposas y aunque es relativamente fácil, estas no lo son. En el Oasis pese a que te entrenan en un campo en específico te enseñan defensa personal, primeros auxilios, y mil trucos para poder escapar de una situación y aunque nunca los puse en practica por estar frente a la pantalla, ahora puedo demostrar que además de inteligente tengo la resistencia y la sagacidad para enfrentar situaciones de peligro.

Analizar la situación es lo primero que nos enseñan, evaluar el panorama, mis desventajas y fortalezas, pero aquí me siento en un punto neutro. Me preocupa no poder comunicarme con mi equipo, sin embargo el tiempo de espera se hace eterno aumentando el nerviosismo que hace que mi corazón lata.

Me humecto los labios, espero, pienso, me calmo, respiro y ladeo la cabeza buscando el sonido de la puerta cuando se abre. Me remuevo en la silla con el corazón en la boca al percatarme de los pasos seguros que se acercan y por el aura que me impacta debe ser un hombre.

Esta parado frente a mí, o eso creo, no sé, no lo tengo claro, es difícil cuando no puedes ver, pero su presencia me hace sentir tan incomoda, expuesta y vulnerable. Literalmente si quiere puede hacer conmigo lo que quiera y eso me asusta en gran medida porque el único hombre que deseo que me toque es Dragon.

—¿Hay alguien? —me atrevo a pregunta dudosa, buscando la fuente de esa energía que me hace erizarme—¿Por qué favor?

Las chicas me aconsejaron que fingiera miedo, pero lo peor es que no necesito actuar. Estoy verdaderamente asustada, y se nota en el temblor de mi voz, llena de ansiedad y desorientación. No sé cómo reaccionar ante esto. Hay algo en la persona que tengo frente a mí que me impresiona profundamente. Su energía es abrumadora, su vigor me deja sin aliento y no conforme con eso, me siento expuesta bajo su mirada intensa.

Trago saliva con dificultad y me humedezco los labios, intentando moverme lo mínimo en mi asiento. Pero es imposible. Mi piel parece arder bajo su escrutinio.

Está frente a mí, o tal vez a mi derecha, o quizás a mi izquierda. Me resulta imposible determinar desde qué dirección me observa, y eso me hace sentir a la deriva.

Recuerdo una vez a Cruell, que tenía solo 18 años cuando se encontró en una situación similar. Con una calma y precisión impresionantes, logró identificar la posición de su oponente y tomar el control de la situación enterrándole una bala en el cráneo. Su habilidad y sangre fría me dejan boquiabierta, y me hacen sentir aún más inútil en comparación.

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