INFIERNO

EPISODIO 15

VENGANZA

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KOLJA

La felicidad no es solo un estado o una sensación, es algo que trasciende lo intangible. La felicidad se puede ver, se puede palpar, se puede tocar. Es algo tangible, algo real que nos rodea. No solo se siente, sino que también se puede percibir en cada detalle, en cada momento, en cada sonrisa.

La felicidad está en la luz del sol que ilumina un nuevo día, en el calor de una mano que te sostiene, en el susurro de una voz que te anima. La veo en los ojos de los que amo, en las risas de mis seres queridos.

Y en este momento, la veo aquí, en esta habitación. Hella, acostada con Amaranto a su lado derecho, mientras la cuna de nuestros recién nacidos reposa a su izquierda. Me quedo parado en el extremo de la cama, admirando la belleza de esta imagen que me regalan los seres más importantes de mi vida.

Lo veo, lo observo y lo admiro. No tengo duda: la felicidad es real, y está aquí, en este instante frente a mi.

Noto como el ángel de la muerte se despierta poco a poco y me muevo a su izquierda cuando presiento su estado.

-Tranquila-tomo su mano para transmitirle paz, mientras sus ojos cargados de miedo se unen con los míos-están aquí contigo, están bien y salvo.

La mirada me lo dice todo y el como suelta el aire contenido, apoyando la cabeza de nuevo en la cama. Nota el bulto que tiene al lado y no duda en plantar sus labios en la cabeza, antes de....

-Están ahí-asiento, tiene la voz rasposa, se ve débil aun, pero la ayudo a sentarse, acomodando la almohada detrás para mayor comodidad.

Sinceramente para ella tengo solo amor y admiración, el mas grande de todos, porque si antes lo sabía, ahora no hay duda de la mujer tan grande, valiente y fuerte que es.

Rodeo la cama mientras ella acaricia la barriguita de Amaranto que al igual que yo, la cuido toda la noche. Hace poco la niña se quedo dormida, pero no dejaba de mirar a sus hermanos y su madre, hasta que el sueño la venció.

Tomo al primero de mis hijos varones, consiguiendo que la mama suelte un sollozo y yo deba contener las lagrimas al sentir el ardor en mis parpados punzando. Son tan pequeños, tan frágiles pero tan fuertes naciendo en el peor de los entornos pero aun así, junto a su madre jamás se rindieron.

-Oh Dios mío-dice ella, estirando las manos temblorosas, recibiendo a su primer hijo-que pequeño.

Planta sus labios en el con una sonrisa y lágrimas en los ojos. Se ve tan tierna y corro las cunas sentándome en la cama, ayudándole a sostener al segundo varón que contra todo pronostico pario en medio de una batalla.

Verla caer por ese acantilado fue un momento que me destrozó la vida, un golpe que me dejó sin aliento y una cicatriz profunda. Pero el dolor se repitió, de manera diferente, en ese centro comercial, donde de nuevo no estuve allí para sostener sus manos mientras daba vida a nuestros hijos. Ese vacío, esa ausencia, me devastó de nuevo.

Con lágrimas en los ojos, ella sostiene a nuestros hijos y sin poder contener la emoción, me levanto de la cama queriendo capturar este momento irrepetible. Tomo el dispositivo y congelo la escena, guardando para siempre el instante más puro de mi vida. En esta foto, está la esencia de mi felicidad, las personas que amo y la familia que juro proteger.

-Sonríe mama-le pido.

-Estoy fea-se queja y sacudo la cabeza.

-No-suspiro-eres la mama mas hermosa, la mujer mas valiente y más perfecta del mundo.