Aquella relación rota injustamente, conserva el sabor amargo de la soledad que le produce la melancolía cada vez que cruzan miradas, cada vez que ella intentaba compartir una conversación, cada vez que un recuerdo generaba lágrimas y arrepentimiento...
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— Chicos...— Hinata y Takemichi miraron hacia atrás, dando a entender que ambos la estaban escuchando .— Voy a vomitar...
— ¿¡Te sientes mal?! — Su amiga fue la primera en correr a su auxilio, tocando su rostro por todas parte intentando encontrar irregularidades. — ¿Qué sucede? ¿Quieres ir a la enfermería de la escuela?
— Los nervios...— Sentía su presión en el suelo. de repente comenzó a pensar que pasaría cuando él la viera. ¿Le gustaría? ¿Le diría que se le ve mal? ¿Qué se ve extraña? ¿Qué no quería que lo hiciera más? ¿Qué se le veía horrible?, comenzó a arrepentirse de lo que hizo. — Como pensaba yo no estoy hecha para el maquillaje-
— No, no. — Hinata la silencio con un dedo, tomando el brazo de su amiga para comenzar a caminar de nuevo, estaban a unos pasos de la entada de la escuela, no podía retroceder ahora. — _______, estás preciosa... por favor, no pienses esas cosas de ti misma o prometo que voy a enojarme mucho.
A Hinata le dio remordimiento de conciencia. No solo estaba mintiendo, además la estaba manipulando. Pero de otra forma no podría convencerla de ir a la escuela.
— ¿Me prometes que dará resultado...? — No es que no confiara en ella, es solo que no quería sufrir el rechazo del chico que le gustaba.
— Tienes mi palabra. — Sonrió tranquila. No estaba mintiendo, si no daba el resultado que quería su amiga, daría el resultado que quería ella, que traía consigo el objetivo de su amiga. Era ganar o ganar. — Mira los Haitani. — Takemichi desapareció por arte de magia..
Ella trató de cubrirse el rostro con su cabello, no quería que ellos comenzaran a reírse de lo mal que le quedaba el maquillaje en su rostro.
Pero muy por el contrario de lo que pensaba. El primero en notarla fue Ran, y la primero que hizo fue tratar de ver que escondía bajo su cabello, hasta que notó un color muy inusual en ella. Comenzó a caminar a su dirección, llevando a su hermano consigo sin decirle nada, recibiendo sus mil y un quejas hasta que en su periferia se asomo la chica. Dejó de quejarse en forma automática.
— ________, buenos días, linda. — Ran la saludó con una sonrisa, intentando que de esa forma soltara su cabello, pero no funcionó.
— ¿Yo estoy pintada o qué? — Hinata intentó llamar su atención, pero fue inútil. Lo único que recibió de ellos fue un "ah, sí, hola". Lo que fue un completo fracaso para ayudar a su amiga. — Que maleducados...
— B-Buenos días, Ran, Rindo. — Hizo una pequeña reverencia, aun con su cabello sujetado por sus manos. Ran comenzaba a molestarse.
— ¿Qué se supone que estás ocultando en ese lindo cabello tuyo? — Ran se acercó a su espacio personal, tomando un mechón de cabello entre sus dedos, acercándolo a sus labios para darle un suave y corto beso. — Te lo ondulaste.
