Capítulo 15- el desayuno

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Lucían King

Por tercera vez, maldije en voz baja. Mi móvil ya estaba cargado. La última vez que lo utilicé fue para enviar un mensaje a Asher, pidiéndole que viniera a recogernos. Luego se apagó. Con tanto papeleo, olvidé cargarlo. Lo enciendo y me inundan mil notificaciones: llamadas de números desconocidos, mensajes e incluso algún buzón de voz. Desbloqueo el móvil y veo que tengo cincuenta llamadas perdidas del Ruso y otras tres de un número desconocido. Reviso los mensajes y encuentro siete del Ruso y un buzón de voz. Necesito llamarle porque, joder, parece que se ha vuelto loco intentando contactar conmigo.

Un pitido, dos pitidos...

- Joder, ya era hora de que me devolvieras la llamada.

- ¿Por qué tanta urgencia para contactar conmigo?

- Porque Beatriz me ha estado presionando. Estaba intentando contactarte porque está enfadada y piensa que vamos a estafarla.

- Ayer hubo un atentado en mi almacén - informé -. Fue Beatriz. Dame su número, necesito hablar con ella.

- Está de viaje y es una señora muy ocupada.

- No me importa dónde esté. Sus hombres entraron en mi almacén disparando. Quiera o no, va a tener que escucharme. Que saque tiempo de donde sea para hablar conmigo.

- Hablé con ella ayer y me aseguró que no volverá a pasar otra vez.

- Por supuesto que no va a pasar otra vez. Cancelo el contrato.

- No tomes decisiones precipitadas.

- La decisión está tomada.

- Hablaré con ella. No canceles el trato. Necesito el dinero y tus camiones.

- ¿Por qué necesitas el dinero? - suspiré, irritado - Haz otro contrato con otra persona.

- Como te dije, mis camiones no son los mejores. La entrega es lenta y necesito mucho dinero si cancelo el contrato con Beatriz.

- Ese no es mi problema.

- Lo sé - suspira desde la otra línea del teléfono -. Déjame hablar con ella. Te aseguro que no volverá a pasar algo así - puedo escuchar el chirrido de sus dientes apretados con fuerza -. Por favor, no canceles el contrato. Déjame resolver el problema y continuemos con el contrato.

- Está bien, seguiré adelante. Asegúrate de que le quede claro las condiciones. No tendrá una segunda oportunidad.

Cuelgo la llamada y exhalo todo el aire de mis pulmones.

Observo mi mano, ya no está inflamada y puedo moverla con facilidad, los dientes de Amara ya han desaparecido.

Una sonrisa se dibuja en mis labios, despertar con su fragancia en mi cuerpo... Casi decido no ducharme esta mañana.

He dejado la herida al aire, cuando Amara despierte me regañará, pero ella se encargará de poner un vendaje en mi hombro. Podría hacerlo yo mismo, pero quiero sentir el tacto de sus manos en mi piel, aunque sea por unos segundos, y también porque sé que ella se preocupa por mí.

Cuando entro en la cocina, allí está Amara, sentada en una silla, despertándose y frotándose los ojos.

- Vístete, nos vamos.

Frunce el ceño, y la conozco lo suficientemente bien como para saber que está a punto de replicar o preguntarme a dónde vamos. Pero no le doy la oportunidad. Me retiro de la cocina, sintiendo la intensidad de su mirada en mi espalda.

Había estado esperando pacientemente durante unos veinte minutos, cuando la vi bajar las escaleras. Su cabello caía libremente sobre sus hombros, su rostro ligeramente maquillado. Vestía un vestido corto de un azul claro como el mar, que se ajustaba a su figura destacando sus curvas, complementado con unas zapatillas deportivas. El collar le da un toque bonito y elegante. Su atractivo era tan deslumbrante que me hizo reconsiderar mi decisión de llevarla conmigo a la reunión. Había quedado en un restaurante para desayunar mientras hablábamos de negocios, esperaba cerrar algún trato. Está tan guapa que sería capaz de arrancarle los ojos a cualquiera que la mirara de forma indebida.

En cuanto a mí, llevaba una camisa negra de manga corta y vaqueros. En otras circunstancias, habría optado por mi esmoquin azul, pero esta vez decidí ir más informal. Al acercarse a mí, notó mi herida expuesta. Con un vendaje en la mano, cubrió la herida de mi hombro. Supongo que se había dado cuenta de que me había duchado y la herida estaba al descubierto. Ahora, gracias a ella, estaba cubierta. Me puse mi chaqueta de cuero negra, que me daba un aire peligroso y rebelde.

Estoy de camino al restaurante, ya le informé a Amara de lo que íbamos a hacer una vez que llegáramos. Ella mira por la ventana aburrida y sumida en el paisaje. Saco el móvil de mi chaqueta y se lo doy para que no se aburra. Duda si cogerlo pero al final lo hace y se entretiene con él todo el camino. Tengo que comprarle uno por cualquier cosa que pueda pasar y porque así se aburrirá menos. Teniendo en cuenta que rompí el que tenía... Se lo debo en cierta manera.

Aparco el coche y nos bajamos, nos acercamos al restaurante, hay tres parejas esperándonos para desayunar y hacer negocios. Nos sentamos y pedimos algo para desayunar mientras esperamos, comenzamos a hablar. Cuando llegan los platos, me doy cuenta de que algo ha captado la atención de Amara, es el camarero. Es joven, tiene el pelo castaño, ojos marrones y un piercing en la nariz. Siento cómo mis músculos se tensan cuando él le da el plato y ella le sonríe amablemente, coloco mi mano en su muslo haciendo que ella me mire y el camarero pueda ver mi mano.

Se aleja de nosotros para servir los demás platos. Aprieto mi mano con molestia mientras hablo con el hombre que está a mi izquierda, creo que se llama Patrick.

Me relajo después de unos segundos y dejo de apretar mi mano en su muslo cuando el camarero se va.

Amara, que estaba a mi lado, aprieta mi mano atrayendo mi atención.

- Voy al baño - me informa.

Asiento con la cabeza mientras ella se levanta para ir al baño. Observo cómo ella habla con el camarero, seguramente preguntándole por el baño, me molesta que hable con él. Las mujeres de los dos hombres que están aquí también se levantan para ir al baño. Nos sumergimos en la conversación, nos quedamos en silencio por unos instantes y comienzo a preocuparme por Amara, lleva un rato en el baño, solo espero que no le haya pasado nada.

¿En Que Momento Me Enamore De Ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora