Capítulo 1: El comienzo

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Me desperté en el suelo del comedor, me levanté y vi a mis padres sentados en el sofá viendo una película. No me lo podía creer, esto debería de ser un sueño, empezé a llorar y luego a abrazarlos. Ellos estaban confundidos pero a mí eso no me importó. Estaba muy entusiasmado de por fin verlos de nuevo; después de muchos cariños y mimos, me separé de ellos y decidí hacerles su postre favorito, la tarta de queso. Introducí la tarta en el horno para que se hiciese, escuché un grito proveniente del comedor, me sobresalté y, para defenderme cogí el cuchillo que dejé en la mesa y salí de la cocina. Cuando entré vi a mi padre muerto y a mi madre al lado de él llorando desconsoladamente, ella me vió entrar y quiso venir hacía mí pero el suelo del comedor se resquebrajó; estiró el brazo, intenté coger su mano pero no pude, hice ademán de saltar pero mi madre me dijo que no lo hiciera, que me fuera de aquí y que la dejara sola. Yo... no podía hacer eso... ¡no después de perderla! Salté y logré pasar hacia el otro lado, abracé a mi madre, cuando la solté, vi que estaba muerta, grité lo más fuerte que pude y caí al vacío.

-Nooooooo- dije sobresaltado, con la respiración agitada.

De repente, estaba es una celda pequeña con tan solo una cama y un baño super sucio y mugriento. Estaba desconcertado, al parecer fue otra pesadilla. Intenté moverme pero mi cuerpo no respondió, me habían puesto unas cadenas en las manos y los pies para inmovilizarme.
Después escuché unas voces masculinas.

-Señor,¿Qué vamos a hacer con el niño? Lleva ya varios días allí, creo que deberíamos despertarlo.

-No hace falta, ya se ha despertado, estoy seguro. John, envíalo a ese sitio, yo estaré allí, lo necesito.

-Entendido, señor. Ahora mismo lo hago.

¿Qué me necesita? ¿A qué se referirá con eso? Por su forma de hablar, estoy seguro que ese hombre es el jefe. A lo mejor si hablo como si no hubiese escuchado nada e intento hablar con ellos pueda sacarles algo y escapar de aquí.

-¿Hola?, ¿Hay alguien allí?, necesito ayuda, estoy atado.- digo con fingida desesperación.

Alguien se acerca a mí y me pone una daga en el cuello.
Al ver su cara veo que es un guardia que acaba de entrar a la celda.

-Oh, gracias a Dios que alguien me ha escuchado. ¿Podrías quitarme las cadenas?, te lo agradecería bastante.

-¡Silencio!, escúchame niño, como vuelvas a hablar seré yo el que te mate. Dentro de poco lo entenderás todo y nos lo agradecerás. Y ahora vas a venir conmigo.- Dice el guardia.

Se acerca a mí, me quita las cadenas y yo caigo de bruces al suelo y procedo a ir tras él, sin miedo.

No me lo podía creer, el hombre que tenía en frente mía, que estaba sentado en un trono bastante lujoso, de color negro y que estaba sonriendo, ese mismo hombre, fue el que mató a mis padres. Lo supe desde que entré en la sala y vi esos ojos rojo carmesí y esos colmillos. Así que colmillos, eh. Bonitos pero letales.

El guardia se acerca conmigo hacia el hombre, lo mira, hace una reverencia y sale de la sala. Si intentase escapar, no podría salir por la puerta ya que el guardia seguramente esté allí, mala suerte para mí.

Lo miro, a simple vista parece un hombre de bastante poder ya que tiene un traje de color negro, con camiseta interior roja al igual que su corbata. Su pelo es corto, ondulado y negro. Pero lo que más intimida es su mirada, ese color rojo, como la sangre.

-Hola amigo- sonríe- Permítame presentarme, soy el general Patrick. Sentimos mucho si tu llegada aquí ha sido mala, mis guardias son así, lo hacen por seguridad, no le tengas rencor, en el fondo son buenos. Pero no venimos a hablar de ellos, sino de tí. Antes de que digas algo, mi trabajo aquí es enseñar a los elegidos como tú para enfrentarse al mal que nos acecha hoy en día. Un mal que lleva generaciones existiendo. Llevo mucho tiempo esperándote para verte, ya que tú eres el elegido definitivo que hará que está guerra acabe de una vez por todas.-Se calla y me mira como diciendo que ya puedo hablar.

Este tío me está vacilando, o que pasa aquí. Él es el malo, es a él a quien tengo que matar.

-¡Mentira, todo lo que estás diciendo es mentira! ¿Te crees que soy tonto? ¡Fuiste tú quien mató a mis padres! No se lo que estás diciendo y no me importa en absoluto, yo solo quiero que me dejéis en paz.- digo enfadado.

-¿Y adonde irás exactamente? Tus padres no están, tu casa se ha derrumbado y no puedes hacer nada. Ahora está es tu casa y me obedecerás a mí, a tu jefe. Si de verdad quieres irte de aquí, eres digno de hacerlo, pero antes déjame explicarte todo y te aseguro que cuando lo escuches no querrás irte de aquí. Te recomiendo que te sientes en el suelo, esto va para rato.- se acomoda la corbata, carraspea, me mira y empieza a hablar.- ¿Qué harías cuando te lo arrebatan todo y lo único que puedes hacer es seguir dos caminos, o te rindes o sigues hacia adelante? Yo elegí el buen camino pero mi hermano gemelo es el que eligió el malo, cuando me enteré, no podía creerlo, él fue el más cariñoso y bueno de los dos y no entiendo porqué se convirtió en lo que es ahora, llevo bastante tiempo intentando derrotarlo, intentando curarlo del mal, pero no puedo, es demasiado poderoso. Por eso creé está escuela para enseñar a las personas a ser más fuertes y que puedan derrotarlo, ya que yo no pude. Alguien, hace mucho tiempo, vino a mí y me dijo que algún día vendría un niño a acabar con él. En ese momento no le creí, pero, ahora que te veo, si lo creo. Si quieres vengarte de él, te diría que lo hicieses, pero ten cuidado, el lado oscuro puede llevarte a caminos que nunca querrás conocer, eso te lo aseguro. Ahora eres tú el que tiene que elegir, quedarte conmigo, entrenarte y mejorar o irte de aquí. Tú decides amigo, cuando te hayas decidido, dile a John que te envié a mi habitación, allí estaré.- Dicho esto se fue de la sala.

Nada más se fue de allí, miré el trono, sonreí y, desde ese momento ya sabía la respuesta que debía darle.



















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