Capítulo 8: Pasado

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Rápido como un rayo saqué mi espada de la funda y me defendí del ataque de mi hermano.

Yo tenía mi espada y él tenía los poderes que heredó de nuestros padres, que consisten en atacar con magia roja, es decir, su poder es su sangre y lo más peligroso es que puede convertir su sangre en un ataque de fuego, hielo, viento y agua.

Debido a esto sus ataques son más fuertes y letales, en cambio los míos son solo fuerza.

Me empezó a lanzar un montón de bolas de fuego, yo las esquivé con mi espada, estaba ya cansado y solo acababamos de empezar.

Tenía un mal presentimiento y eso no era bueno.

Al lanzar todas esas bolas de fuego, la pared se rompió, aproveché la oportunidad y extendí mis alas negras y volé hacía afuera.

En cuestión de segundos todo el castillo o, como lo digo yo, mi casa, se quemó entera.

Recé para que a John le hubiese dado tiempo de evacuar a todas las personas.

Pero no era el momento de preocupaciones, ya que Mathew hizo lo mismo y vino hacía mí, y se quedó parado, evaluandome.

-Mathew, no quiero pelear conta tí. Por favor abre los ojos y ven conmigo. Nunca fue tu culpa, lo que pasó ese día no fue tu culpa.

Me mira con mucha rabia y con sus dos manos me lanza una ráfaga de viento tan fuerte que me cuesta hasta respirar.

Cuando intento estabilizar mi respiración, él ya me ha cogido del cuello y me ha quitado la espada y la ha puesto en mi garganta.

Tragué saliva.

No podía hacer nada.

-Te haré un favor de poder decir tus últimas palabras antes de morir, a espera, que no puedes jajajajaja.

Me aprieta aún más fuerte del cuello.

Intento vatir mis alas pero es inútil.

Así que justo cuando estaba apunto de desmayarme, le cogo las manos y le clavo mis uñas lo más ondo posible.

Él emite un grito de dolor y me suelta, yo, que ya estaba viendo como mi consciencia se apoderaba de mí, cojo mi espada, antes de que se caiga al suelo, eso produce que casi me desmaye, y se la clavo en el corazón.

Pero...

siento un dolor inmenso en mi corazón, como si me hubiesen clavado un montón de agujas en el pecho. 

Me miro.

No puede ser.

Miro a Mathew, me sonríe con la boca llena de sangre y se desmaya y cae al suelo.

Al parecer mientras luchábamos, me ha echado un conjuro y cualquier herida que le haga o que él me haga a mí, nos afecta a los dos.

Estaba atrapado en una espada de doble filo.

Echo un grito de dolor y mientras caígo al suelo, me desmayo.

          
               25 de Diciembre de 1435

               El día del desastre.
               (Patrick y Mathew)

A Mathew y a mí, desde muy pequeños nos encantaba celebrar la navidad. Y queríamos que está fuese especial e inolvidable.

Teníamos tres días para hacerlo todo, así que nos pusimos a ello.

Nuestra navidad era diferente a las demás, en las otras, su familia se reunían y comían todos juntos, en la nuestra no, o por lo menos, así no.

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