Katsuki estaba emocionado. Había pasado un tiempo desde que las burlas se detuvieron, gracias a Eijirou. Se enteró de que Eijirou había amenazado a cada uno de los chicos que antes lo molestaban, asegurándose de que no se atrevieran a molestarlo de nuevo. Además, cada día, Eijirou llegaba con una pequeña rosa roja y algún dulce o pastel, sabiendo que a Katsuki le fascinaban las cosas dulces. Katsuki no podía evitar preguntarse si eso significaba que Eijirou sentía algo por él. ¿Acaso tenía alguna oportunidad con él?
Perdido en sus pensamientos, caminaba por el pasillo hacia su salón cuando, sin darse cuenta, soltó un pequeño grito de emoción. Varias personas se le quedaron viendo raro, así que aceleró su paso, sintiéndose un poco avergonzado.
Al llegar a su salón, vio a Eijirou esperando afuera. Tenía en sus manos la habitual rosa y una gran rebanada de pastel de fresas y crema batida. Katsuki se sonrojó al ver a Eijirou, quien le sonrió al notar su presencia.
-¡Hey, Katsuki!- dijo Eijirou, extendiendo los regalos hacia él.-Pensé que esto te alegraría el día.-
Katsuki, nervioso pero encantado, aceptó gustoso los regalos.
-Gracias, Eijirou. Realmente me gustan mucho- dijo Katsuki, su voz temblando un poco por la emoción.
Justo cuando Eijirou iba a decir algo más, el timbre sonó, indicando que las clases estaban por empezar. Eijirou frunció el ceño, claramente frustrado por la interrupción.
-Maldición, justo cuando...- murmuró Eijirou, antes de decidir rápidamente.
Se inclinó hacia Katsuki y le dio un suave beso en la frente.
-Hablamos después, ¿sí?- dijo Eijirou con una sonrisa, antes de darse la vuelta y dirigirse a su propio salón.
Katsuki, más rojo que un tomate, se quedó congelado por un momento, procesando lo que acababa de suceder. El beso en la frente, aunque breve, había sido un gesto increíblemente tierno y significativo. Sintiendo una mezcla de felicidad y nerviosismo, Katsuki se metió a su salón, tratando de concentrarse en las clases, aunque su mente seguía volviendo a Eijirou y a la posibilidad de que, quizás, solo quizás, sus sentimientos fueran correspondidos.
Durante la clase, no podía evitar mirar de vez en cuando la rosa y el pastel que Eijirou le había dado. Cada vez que lo hacía, una sonrisa tímida se dibujaba en su rostro, y su corazón latía un poco más rápido.
A medida que avanzaba el día, Katsuki se sentía cada vez más seguro. Con cada gesto amable y cada palabra sincera de Eijirou, su confianza crecía. Sabía que tenía a alguien que lo apreciaba tal como era, y eso le daba la fuerza para enfrentar cualquier cosa.
Cuando finalmente sonó el timbre que marcaba el final temporal de las clases, Katsuki salió rápidamente del salón, buscando a Eijirou con la mirada mientras tiraba la basura del pastel. Había estado tan delicioso que no pudo evitar comerlo durante la clase. Al no encontrar a Eijirou en los pasillos, decidió dirigirse a los salones de segundo año, donde sabía que estudiaba.
Poco a poco fue pasando por cada uno de ellos hasta que finalmente lo vio. Nadie había salido de ese salón, así que decidió esperar afuera. Desde su posición, pudo observar cómo era Eijirou en clase. Estaba en la parte de atrás, mirando a cualquier lado menos al pizarrón, claramente aburrido. De repente, Eijirou volteó hacia una de las ventanas y su mirada se cruzó con la de Katsuki. La expresión aburrida de Eijirou se transformó instantáneamente en una sonrisa amplia y feliz, típica de él.
Katsuki sintió su corazón latir más rápido al ver esa sonrisa. Observó cómo el profesor guardaba sus cosas y los alumnos comenzaban a levantarse y salir del salón. Eijirou se despidió de sus amigos con un gesto casual y se acercó a Katsuki con pasos decididos.
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Todo o Nada
RomanceLa preparatoria U.A. era conocida por ser también era el hogar de estudiantes muy peculiares. Entre ellos destacaban Bakugou Katsuki, un chico dulce, agradable y pacífico todo lo contrario a Kirishima Eijirou, el típico chico malo, grosero y atracti...