Silencio

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El silencio me deprimió. No era el silencio del silencio.

Era mi propio silencio.

Mi propio silencio me angustiaba, me cortaba la respiración, me quemaba por dentro como a los Rosenberg.

Yo misma me causaba mal. De generación en generación. Miro hacia atrás y no veo a nadie como yo y no me alegra, no me hace pensar que soy única y especial, me hace sentir rara, un ser de otro planeta.

A veces, me gusta pensar como aquellos filósofos, me gusta pensar, aunque a las mujeres no se nos paga por pensar, en realidad, a las mujeres no se nos paga por nada.

El silencio de cada mujer que aguanta cada insulto hacia sus sueños me mata, pero mi propio silencio ante mis sueños me angustia y me entierra poco a poco hacia el centro de la Tierra.

A veces, pienso en esa división del cuerpo y del alma.

Los hombres, sólo ven el cuerpo de una mujer como un objeto de diversión, como si fuéramos juguetes, objetos, de usar y tirar.

Nosotras, vemos nuestro cuerpo, pero también vemos nuestra alma. Esa alma que día tras día se va destruyendo, se va perdiendo, se va... llendo.

Adiós, adiós me dice mi yo interior y el silencio se vuelve apoderar del momento, de mí, de la persona a mi lado...

Me pongo a escribir, buscando que alguna mujer en un futuro, no muy lejano espero yo, pueda ver el sufrimiento que tenemos en mi ahora y seguramente en su ahora.

Odio ver como intentan superarme cuando saben que soy suficiente, pero lo peor es que saben que pueden superarme por el silencio que guardo tras las críticas de una nueva obra escrita o sobre llevar pantalones y no un estúpido vestido.

Pocas palabras hacen falta ya para quejarme, porque ya me he acostumbrado a ese silencio infernal que me invade y me angustia y me mata y me entierra día sí y día también.

Pocas palabras hacen falta para hacer oír un silencio que no se puede oír.

Mi alma✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora