CAPÍTULO 6

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OWEN, 3 años antes. 


"I'm Still Jealous" llevaba tres semanas en el número 1 de la lista Billboard, siendo el cuarto podio en mi carrera, para cuando dejé la discográfica. Ronan Martin, el tiburón más grande en la pecera llena de depredadores trajeados, se reunió conmigo en una reunión que consideraba "de extrema urgencia". 

Ronan estaba furioso, con el rostro enrojecido de contener un grito. Ronan es de los hombres que intentan contener su rabia, pero la acaban pagando con alguien de algún puesto inferior. Cree no poder permitirse gritarme o insultarme, aunque sé las ganas que tiene de hacerlo, y me resulta francamente divertido. 

—¿Qué es lo que quieres? ¿Más regalías? ¿Más libertad creativa?

—Lo que quiero es que acabe esta conversación, sinceramente—contesté. 

—Chaval, si esto es una amenaza... 

—No lo es, Ronan. 

Ya lo había anunciado antes de comenzar la gira, incluso antes de grabar los tres éxitos que habían catapultado mi carrera de un cantante de country a una carrera a nivel internacional. Aunque me gustaba el country, siempre había querido experimentar con otros géneros y me había ido muy bien. Los royalties de las canciones que había lanzado y que ya eran reconocidas en varios países me daban para retirarme sin preocupaciones. 

—Te hemos dado un nombre. Nos lo debes todo. 

—No creo que eso sea así—dije, divertido. 

—No me jodas, chaval—me contestó Ronan—. Te estoy ofreciendo el 30% del beneficio y un adelanto de 2 millones de dólares. Una gira internacional, colaboraciones con... 

—Paso—dije sencillamente. 

Era una oferta tentadora, demasiado como para rechazarla. Muy pocos artistas que llevaran poco en la industria profesional serían capaces de negarse. Le contesté: 

—Agradezco la oferta, pero es una cuestión de principios.

La madre qué—dijo, entrecerrando los ojos, respirando hondo—... Owen, malgastarás toda tu carrera si decides abandonar el barco. 

Si hubiera sido por mí, hubiera abandonado el sello discográfico hace mucho. Pero no me quería meter en movidas legales de las que estaba convencido de que iba a perder y que me iban a costar una fortuna en abogados. Así que aguanté todo un año y medio, en el que, para suerte o desgracia, me hice famoso y reconocido de verdad. 

Algunas de las canciones que produje, sin Steven, alcanzaron los primeros números en las listas de éxitos. "Her Touch" o "No Way Home", llegaron al podio y sonaban muchísimo en la radio.  Con el último sencillo, "I'm Still Jealous", alcancé un nivel superior, con varios remixes y una colaboración con el otro cantante de turno.

—No, gracias. Aprecio todo el esfuerzo, pero el contrato ha terminado y tengo total libertad para irme.

—No llegarás a nada. No eres nadie sin nosotros —me recordó Ronan en tono amenazante.

Me levanté de la silla y le regalé una sonrisa completamente tranquila, de esas que pocas veces se destinan y que hizo que a este tiburón le hirviera la poca sangre que le quedaba en el cuerpo. Creo que en ese momento se dió cuenta de que no iba de farol y que iba completamente en serio: su cante más lucrativo se iba, sin otra oferta mejor ni un futuro asegurado, simplemente porque podía y lo estaba haciendo. 

Susan, mi representante, estaba al otro lado de la puerta, y, cuando me vió salir, intentó pararme. No sé qué tanto había escuchado de la conversación. 

—Espera —dijo ella—. ¿Qué harás ahora, Owen?

Me tomé un momento para pensarlo. Verdaderamente no tenía un plan fijo. No había buscado en otras discográficas. Susan formaba parte del sello, por lo que me despedía de ella también. No conocía a nadie en la industria que no estuviera bajo el paraguas de Pulse Music. 

—Supongo que aún tengo que averiguarlo—contesté—. Gracias por todo, Susan. 

—Ha sido un placer, Owen Reed. 


Dos meses después, y pasado el Año Nuevo, había decidido qué hacer con mi vida. Habían sido meses de reflexión, en los que había sacado la música que me apetecía, cuando me apetecía. En ese proceso, rechacé varias ofertas más, porque me di cuenta de que las ataduras no eran lo mío.

Después de años en casas de acogida, de constantes mudanzas, pensé que lo que siempre querría sería algo de estabilidad, y buen trabajo y éxito asegurado. Pero, con el tiempo, reflexioné que la libertad que me daba vivir sin ataduras y sin nada en particular era mucho mejor, al menos por el momento. 

Con todo ello, fui al mecánico, a. un taller cerca de mi primera casa de acogida. Jackson, un viejo amigo del instituto, trabajaba allí desde que nos habíamos graduado. Y me hizo un favor enorme esos meses. 

—¿Está todo listo, entonces?—le pregunté.

—Sí, tío—contestó, dándole un pequeño golpe a la puerta de la furgoneta—. Este trasto está como nuevo. El carpintero ha adecentado el interior y ahora es totalmente habitable.

El aroma a aceite y metal impregnaba el aire mientras examinaban la furgoneta. Todavía no me creía que estuviera delante de mi nueva casa, una furgoneta equipada para ser mi compañera de viaje por todas las carreteras de Estados Unidos.

—He sustituido varias piezas clave, pero mantuve las mismas ruedas. En principio, la calefacción y el aire acondicionado están completamente operativos —informó Jackson. 

—¿Entonces, puedo llevármela ya? —pregunté con una mezcla de impaciencia y nerviosismo. 

—Claro. La carretera es tuya, tío—insistió. 

Me dio las llaves. Inspeccioné mi nueva casa. Era una furgoneta nueva. Me había gastado varios miles de dólares en equiparla para que me durara todo el tiempo que yo quisiera. No era un trasto especialmente grande, y seguramente tardaría en habituarme a la verdadera vida nómada. Pero me emocionaba tanto descubrirlo que no podía esperar más para hacerme con la carretera. 

—Está en buen estado, pero recuerda darle el mantenimiento adecuado. Una máquina bien cuidada te llevará lejos. 

The Road Ahead Of Us (Romance y Contemporánea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora