Capítulo 8.

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KAGOME.

Llegué al pequeño edificio donde estaba mi oficina temporal y entré con precaución al elevador. La vez que se había averiado por suerte no me encontraba sola, Inuyasha permaneció a mi lado hasta que logre calmarme. Recuerdo sus palabras suaves mientras me abrazaba con fuerza calmando los temblores producidos por mi ansiedad. El corazón se me había acelerado con fuerza cuando lo escuche llamarme bonita como cuando lo hacía con anterioridad. Desde ese día había ordenado con lo repararan para evitar futuros accidentes.  

Dos cosas había descubierto ese día. Inuyasha lograba encontrar a la Kagome que yo intentaba enterrar en lo más profundo de mi ser, algo que ni siquiera Kurama lograba hacer... la segunda era que Inuyasha aun despertaba emociones en mi corazón.

Lo he sobre pensado mucho desde que estuvimos en la fiesta de Sango. Cuando llego a casa de ella, sentí el mundo en cámara lenta otra vez y su rostro sonriente no dejaba de reproducirse en mi mente una y otra y otra vez.

En algún momento creí que era a causa del alcohol que estaba consumiendo, pero la realidad es que para ese momento aún no había bebido nada, me alarmé un poco ya que no estaba bien que mis sentimientos por el volvieran a resurgir, en primera estaba casada con Kurama con quien hace apenas un mes comenzamos a llevarnos como un verdadero matrimonio, el segundo... Desconocía si Inuyasha aún tenía sentimientos por mí.

Desde que nos habíamos encontrado aquí en mi oficina no había día en que no pensara en él. Estaba comiéndome el cerebro y mejor me dedicaba al trabajo para evitar pensar en él.

Como hoy, la hora de la salida de los trabajadores ya había pasado y el edificio se encontraba vacío, aun así, permanecí en el área de armado, sola intentando distraer mi mente confundida. Mi móvil sonó y corrí a responder.

Kurama. Apareció en la pantalla.

+¿Sigues en la oficina?.- Escuche su voz del otro lado de la pantalla.

.-Si, quiero terminar los primeros equipos médicos, antes de regresar a casa.

+¿Estas esforzándote mucho?.- Pregunto preocupado.

.-Ni un poco. -Dije con una sonrisa, aunque sabía que él no podía verla.- Pondré todo en orden con el anciano Toshida, vi las noticias y su empresa se declaró en banca rota, debe estar desesperado por apoderarse de la mía.

+Iré por ti y vendrás a descansar, la salida fue a las 7, ya son las 9.- Su tono frio me desconcertó un poco.

.-No es necesario, tomaré un taxi e iré en cuanto termine.- Respondí un poco molesta. No entendí que era lo que le sucedía en estos días.

+Recuerda que ese anciano está buscando como apoderarse de tu empresa, debes tener mucho cuidado.- Dijo ya más preocupado, creo que escucho mi tono molesto.

.- Eso se debe a que él tiene otras influencias allá, aquí no.- Dije con un poco de frustración. Lo escuche suspirar.

+Llámame para ir por ti.- Dijo con resignación.

.- Si.-Se despidió y colgó la llamada. Mire mi móvil sin entender. ¿Qué demonios le pasaba?.

Respiré con tranquilidad y le di una mordida a mis galletas y reproduje música para trabajar con algo de ambiente. Volví al armado. Rei mientras trabajaba, era curioso que mi trabajo llegaría a manos de Inuyasha. Suspire al pensar su nombre.

Alto, cabello negro como la noche más oscura y ojos dorados como la miel.

Un hormigueo entre mis dedos me hizo soltar la pieza que tenía en mis manos.

Un amor a nuestra medida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora