Capítulo 10: Un Paseo por el Parque

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Maratón 1/3

Semanas más tarde...
Después de la conversación en aquel café, Becky continuó acortejando a Freen.

Le enviaba ramos de tulipanes, o ella misma los llevaba junto a una pequeña cajita de galletas macarons.
A Freen le encantaba.

Poco a poco, se permitían dejarse llevar.

El verse tan a menudo ha hecho que Freen sonría con más frecuencia. Se siente más feliz con el paso de los días.
Su corazón ha vuelto a latir con fuerza, cada vez que siente, piensa o tiene cerca a la abogada, que ha estado haciendo de sus días los más felices a su lado.

Por otro lado, Sun y Ongsa retomaron sus planes.

Sun ha cumplido con su promesa, haciendo a Ongsa, una chica muy feliz.

Después de aquel día, en que la abrigó teniendo tan cerca su rostro al de Sun, Ongsa ha comenzado a acercarse a ella de manera más íntima, y Sun no se siente incómoda en absoluto.
De hecho, esos pequeños gestos de cercanía han hecho que Sun se ilusionara con la posibilidad de que Ongsa podría estar desarrollando sentimientos hacia ella, similares a los que Sun siente por Ongsa.

Con el tiempo, Sun ha llegado a aceptar sus propios sentimientos hacia la pelinegra, reconociendo que su afecto por Ongsa crece día a día.

Al atardecer de aquel día, Becky llegó al salón de Freen nuevamente, luego de dejar a Sun en casa de Freen junto a Ongsa, que querían tener una tarde divertida haciendo pastelillos.

La puerta del salón hizo sonar los carillones de viento al ser abierta.
Freen giró su cabeza esperando que fuese un cliente, pero los latidos de su corazón se aceleraron al ver a la hermosa abogada de cabello cobrizo y elegante, atravesando aquella puerta, caminando en dirección hacia ella.

- Hola, Becky. – saludó con una voz aguda y tierna al tenerla cerca.

- Hola, hermosa. ¿Cómo estás? – respondió Becky.

- Un poco cansada en realidad. El día ha estado bastante ocupado y no he descansado nada. – Freen soltando un suspiro agotador.

- Oww. – con una expresión tierna, brindándole su mano por encima de la barra. – Y yo que venía por ti para que fuéramos por un delicioso helado.

- ¿Y qué te hace pensar que no querré ir por ese helado? – dijo aceptando su mano.

- No se diga más. Esperaré aquí por ti, no tardes. – Becky con una sonrisa adorable dibujada en su rostro.

En cuanto Freen va por su bolso de mano y dejando a cargo el salón a sus trabajadores, sale a reunirse con Becky, quien toma su mano nuevamente, como acostumbra a hacerlo últimamente. Y Freen, gustosa, acepta aquel contacto.

La música estaba a un volumen lo suficientemente alto para alterar los sentidos de aquellas chicas que bailan, ríen y se molestan entre sí, mientras hacían un desastre en la cocina al preparar los pastelillos.

El celular de Ongsa sonaba, pero esta no lo escuchaba.
Era su madre. Heidy.

Esta, ante la ausencia de su hija al no responder sus llamadas, comenzó a cuestionarse si estaba enojada y por eso no respondía.

Muchas preguntas pasaron por su mente, hasta que, finalmente, decidió tomar su moto, emprendiendo camino a casa de esta.

Al llegar, notó el sonido de la música a través de la puerta, notando que sería imposible que los llamados puedan ser escuchados. Así que, esperó a que la canción finalizara, y aprovechar aquel pequeño segundo de silencio para tocar la puerta nuevamente, hasta que finalmente fue abierta, siendo recibida por su hija, que está embarrada de harina en su cuerpo, rostro y cabello.

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