Capítulo 16: Primera Vez y La Chef

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Ongsa, en cuanto su madre salió de casa junto a Becky, se lanzó con ganas sobre los labios de Sun.

El beso ya dejaba claro adónde quería llegar la pelinegra. Esta vez, Sun estaba decidida a dar el siguiente paso en su relación.

No es que antes no lo hubiera querido, simplemente deseaba que fuera más romántico.
Aunque la ocasión no era tan romántica como habían planeado, su cuerpo, corazón y mente la traicionaron, dejándose llevar por el deseo que sentía en ese momento.

- Creí que sería más romántico. – Sun, en medio del beso sonriendo coquetamente.

- Juro que lo intenté, pero ya no puedo resistirme a ti. – Ongsa, con sus manos paseándose sobre la piel desnuda debajo de la blusa.

Con pasos torpes, se acercaban a las escaleras con la intención de llegar a la habitación.
Rieron ante sus tropiezos, y Ongsa la tomó en sus brazos, logrando subir juntas hacia la habitación.

Una vez dentro de la habitación, el ritmo disminuyó un poco.
Sin duda alguna, las ganas abundan, pero Ongsa quería que su novia disfrutara el momento al máximo.

Con calma y caricias, se acercaron al borde de la cama. Acostando suavemente a Sun, mientras la pelinegra se posiciona sobre ella entrelazando sus miradas con ternura.

Ongsa acariciaba su rostro con una delicadeza que parecía detener el tiempo, acortando la distancia lentamente uniendo sus labios en un suave roce, compartiendo susurros llenos de cariño.

La habitación estaba envuelta en una penumbra suave, iluminada solo por el resplandor cálido de una lámpara de noche, creando un halo de intimidad alrededor de ellas.
Cada toque, cada gesto, era una promesa silenciosa, un lenguaje sin palabras que hablaba de su profundo afecto.

Sus manos exploraban con lentitud cada parte del cuerpo de su novia, comenzando por acariciar su piel desnuda debajo de su blusa, mientras la sube poco a poco hasta retirarla y finalmente desabrochando su brasier, dejando a la vista sus hermosos senos, ansiando probarlos.

El silencio se llenaba con la melodía de su respiración compartida, mientras la conexión entre ellas se volvía cada vez más intensa.

La pasión aumentaba aceleradamente, aunque sus caricias y besos fueran a un ritmo más tranquilo.

Caricias van, caricias vienen, hasta que sus cuerpos finalmente quedaron desnudos sintiendo el cálido calor de sus pieles rozándose, perdidas en besos mientras las manos de Ongsa viajaban a los senos de Sun estrujándolos suavemente, jugando con sus pezones provocando suspiros placenteros en su chica.

Sus corazones latían al unísono, y el suave roce de sus cuerpos transmitía una sensación de profunda cercanía.

La pelinegra bajaba con sus labios hasta el cuello de su novia, susurrando palabras que eran apenas un murmullo en el aire, como si cada una de ellas estuviera cargada de promesas y sentimientos no expresados.

Las manos de Sun encontraban un ritmo propio, moviéndose con una confianza sobre la espalda de Ongsa, llegando hasta sus glúteos presionándolos con deseo, transmitiendo la confianza que no comunica con palabras, haciendo del momento más íntimo, cómodo y de entendimiento mutuo.

El calor compartido entre ellas creaba un ambiente de refugio, donde cada caricia y cada suspiro parecía amplificar la conexión que se estaba construyendo.
La cercanía les permitía descubrir y explorar la ternura de cada gesto, la suavidad de cada movimiento, sin prisa, pero con una intensidad que lo decía todo.

Las manos de Ongsa, descendían por el abdomen de Sun, deteniéndose al borde del comienzo de su intimidad. La observó, y en un tono suave, casi en un susurro le pregunta...

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