Tiempo juntos

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Al día siguiente, me desperté con una sonrisa, reviviendo los momentos de la noche anterior. Mi teléfono sonó poco después con un mensaje de Daniel. "Buenos días, hermosa. Ayer fue increíble. ¿Te gustaría acompañarme a una gala de beneficencia este sábado? Me encantaría tenerte a mi lado."
Acepté sin dudarlo, emocionada por la idea de pasar más tiempo con él y explorar esta conexión que sentíamos. Pasé los días siguientes sumergida en el trabajo, pero siempre con un pensamiento en el próximo encuentro con Daniel.
El sábado llegó rápidamente, y me preparé para la gala con la misma atención al detalle que había puesto en nuestra primera cita. Opté por un vestido de terciopelo azul oscuro que resaltaba mis ojos y un peinado elegante. Cuando Daniel llegó a recogerme, su mirada de aprobación y su sonrisa cálida me hicieron sentir como la mujer más afortunada del mundo.

La gala se celebraba en un salón de eventos lujoso en el Upper East Side. Al llegar, me di cuenta de la magnitud del evento. La sala estaba llena de personas influyentes y figuras prominentes del mundo de los negocios y la sociedad neoyorquina. Daniel me presentó a varios de sus colegas y amigos, y me sentí bienvenida y cómoda en su círculo.
Durante la noche, hubo varios momentos en los que nuestras miradas se encontraron, y sentí esa chispa de electricidad cada vez que lo hacían. Mientras bailábamos, Daniel me susurró al oído, "No puedo dejar de pensar en ti. Esta conexión que tenemos es algo que no había experimentado antes."

Me acurruque más cerca de él, disfrutando de la calidez de su cuerpo y la seguridad que sentía en sus brazos. "Yo siento lo mismo," respondí, permitiéndole ser vulnerable y abierta con él.
La gala terminó con un éxito rotundo, y Daniel me llevó de regreso a mi apartamento. Nos despedimos con un beso largo y apasionado que prometía mucho más por venir. Mientras subía a mi apartamento, sentí una mezcla de emoción y anticipación por lo que el futuro nos depararía.
Los días siguientes estuvieron llenos de mensajes y llamadas entre nosotros, cada uno más cariñoso y emocionante que el anterior. Daniel me sorprendía con detalles y gestos que mostraban cuánto le importaba, y yo me encontraba pensando en él constantemente.

Un viernes por la tarde, Daniel me invitó a pasar el fin de semana en su casa de campo en los Hamptons. Acepté con entusiasmo, ansiosa por pasar más tiempo juntos y conocer más sobre él. Al llegar a su casa, me impresionó la belleza y tranquilidad del lugar. Era el refugio perfecto para nosotros.
Pasamos el fin de semana explorando los alrededores, disfrutando de cenas íntimas y largas caminatas por la playa. La conexión entre nosotros se hacía más fuerte con cada momento compartido, y cada mirada y caricia nos acercaban más.

Una noche, mientras mirábamos las estrellas desde su terraza, Daniel tomó mi mano y la llevó a sus labios. "Quiero que sepas que eres increíble, y que esto que tenemos es muy especial para mí," dijo con sinceridad en su voz.
Sentí una oleada de emociones y respondí con un beso, sellando nuestra promesa de seguir explorando esta conexión y ver a dónde nos llevaría. En ese momento, supe que estaba en el lugar correcto, con la persona correcta, y que nuestro viaje juntos apenas comenzaba.

El lunes siguiente, me desperté en mi apartamento en Brooklyn con la luz del sol filtrándose por las cortinas. La calidez de los recuerdos del fin de semana me envolvía mientras me preparaba para el día. Mi teléfono sonó con un mensaje de Daniel: "Buenos días, hermosa. Espero que hayas descansado bien. Me desperté pensando en ti."
Sonreí, respondiendo rápidamente antes de dirigirse a la pequeña agencia de publicidad en Manhattan donde trabajaba. Mi jefe, Ellen, me esperaba con una lista de nuevos proyectos. Mientras me sumergía en el trabajo, no podía evitar pensar en Daniel y la conexión que compartimos.

A lo largo de la semana, Daniel y yo nos manteníamos en contacto constante. Almorzamos juntos un par de veces, y cada encuentro era una oportunidad para conocernos mejor. Su inteligencia y sentido del humor me cautivaron, y me encontraba ansiosa por cada momento que compartimos.

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