Lugar oscuro

6 4 0
                                    

Desperté en un lugar oscuro y desconocido. Mis manos estaban atadas, y no podía escuchar el sonido distante de la ciudad. Intenté liberarme, pero las ataduras eran demasiado fuertes.
Horas más tarde, la puerta se abrió y Marc entró. "Lo siento, Sophie, pero no podía permitir que te casaras con él," dijo, mirándome con una mezcla de odio y desesperación.

"Por favor, Marc, déjame ir. No tienes que hacer esto," rogué, tratando de apelar a cualquier rastro de humanidad que pudiera quedarle.
"Es demasiado tarde para eso," respondió. "Vamos a estar juntos, como debería haber sido desde el principio."
Marc me llevó a una cabaña remota en medio de un denso bosque. Desde el primer momento, su comportamiento oscilaba entre la aparente calma y una peligrosa irracionalidad. Los días se fusionaron en una niebla de desesperación mientras él me mantenía encerrada en una habitación pequeña y lúgubre, con solo una ventana alta que apenas dejaba entrar la luz del sol.

Cada mañana me despertaba con el sonido de los pájaros y el crujido de las ramas fuera de la cabaña. Marc me traía comida y agua, pero su presencia era siempre una amenaza latente. A veces, trataba de conversar conmigo como si nada estuviera mal, hablándome de un futuro juntos que jamás podría aceptar. Otras veces, su ira se desbordaba sin previo aviso, arrojando objetos y gritando sobre la traición y el rechazo.

Las semanas se convirtieron en meses, y con cada día que pasaba, mi esperanza fluctuaba. Pasé muchas noches llorando en la oscuridad, preguntándome si alguna vez sería rescatada. Intenté mantener la cordura enfocándome en pequeños rituales diarios: contar los minutos, marcar las paredes, y recordar los buenos tiempos con Daniel.

En varias ocasiones, intenté escapar. Una vez, cuando Marc dejó la puerta entreabierta, me aventuré a salir solo para ser atrapada en el borde del bosque. Su furia fue brutal, y durante días estuve magullada y asustada, temiendo por mi vida. Otro intento de fuga implicó tratar de forzar la ventana alta de mi habitación. Me herí las manos y no logré abrirla, quedándome atrapada en un ciclo de desesperación y resignación.

Hubo momentos en los que casi me rendí, pensando que tal vez sería mejor aceptar mi destino para evitar más dolor. Sin embargo, el recuerdo de Daniel y la vida que habíamos comenzado a construir juntos me dieron fuerzas. Pensaba en su sonrisa, en nuestros planes, y en la promesa de un futuro juntos. Esos pensamientos eran lo único que me mantenía luchando.

Mientras tanto, Daniel no cesaba en su búsqueda. Contrató detectives privados y trabajó estrechamente con la policía, siguiendo
cada pista, sin importar cuán insignificante pareciera. Su amor y determinación eran implacables.

Más Allá Del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora