Teselia/Unova

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El  villano nace o se hace

Esta historia que os voy a contar, la escuché de una persona a quien no pienso delatar. ¿Cómo me la encontré? Fue en un cementerio  delante de una tumba. Lo que me narró me dejó sorprendida. ¿Quién se iba a pensar que uno de los peores villanos podría tener un pasado así? ¿El villano nace o se hace? Eso os lo dejo a vuestra imaginación.

Hace mucho tiempo, mucho antes de que el Equipo Plasma fuera una idea, en una casa de una familia acaudalada en Teselia, vivía un joven muy idealista con una profunda pasión por la justicia y el bienestar de los Pokémon. Su mejor amigo era su compañero, un Scorupi que siempre estaba a su lado. El joven, Ghetsis Armonía, se destacaba por su deseo de usar su posición privilegiada para hacer el bien.

Un día, durante sus años universitarios en la Universidad Porcelana, Ghetsis se encontró con una hermosa chica en el campus. Ella tenía unos profundos ojos verdes oliva, un cabello verde rubio y una piel muy blanca, que resaltaba mientras sonreía al dar de comer a su querido Deino. Ghetsis notó cómo una manzana rodaba hacia él.

—¡Perdona! —escuchó que le llamaba la chica—. ¿Me puedes pasar la manzana?—.

El joven la tomó del suelo y se acercó a ella, ofreciéndole la manzana con una sonrisa.

—Es muy bonito tu Deino —dijo Ghetsis mientras acariciaba al Pokémon.

—Sí, pero tu Scorupi es súper mono —respondió ella, tocándolo con cariño— Se nota que está criado con amor—.

—Soy Ghetsis Armonía —se presentó el joven de cabello verde claro y ojos marrón-vino.

—Nova Luminara, un placer —sonrió ella.

Los dos se miraron mientras el viento movía sus cabellos, y ese encuentro casual marcó el comienzo de una conexión que cambiaría sus vidas y la región para siempre.

Un tiempo después, Ghetsis y Nova se encontraron en la biblioteca de la universidad, revisando los apuntes de Nova sobre su investigación.

—¿Estás investigando la conexión del humano con los Pokémon? —preguntó Ghetsis con interés.

—Sí —respondió Nova con una sonrisa— Como bien te conté, provengo de una familia humilde de Pueblo Arcilla. Amamos tanto a los Pokémon que nuestro hogar está lleno de ellos, viviendo en armonía con nosotros. Queremos que los Pokémon sean libres y elijan dónde quieren estar: ya sea con un entrenador, en un bosque, combatiendo o simplemente cuidando.

—Yo pienso igual —dijo Ghetsis con una sonrisa—. Los Pokémon, como nosotros, son seres vivos y tienen todo el derecho a elegir lo que quieren hacer—.

—Por eso, he pensado en algo —continuó Nova con entusiasmo—. ¿Puede el ser humano tener una gran conexión con los Pokémon o solo está en manos de unos pocos afortunados? Hay leyendas sobre humanos que entendían a los Pokémon. ¿Se consigue a través del trabajo duro o es un don innato?—.

—Es muy interesante —comentó Ghetsis, sus ojos brillando con entusiasmo—. Si sigues investigando, este proyecto podría llevar a una relación más estrecha entre humanos y Pokémon, cambiando el mundo para mejor—.

Ghetsis se sonrojó y se dio la vuelta, tosiendo ligeramente.

—Me gusta tu idea. Quiero financiarte y ayudarte en este proyecto. Hagamos que el mundo Pokémon sea un lugar mucho mejor —le dijo, y Nova sonrió, emocionada.

A partir de entonces, Ghetsis y Nova trabajaron codo a codo, enfrentando muchas dificultades y desafíos en su investigación. Sin embargo, lo que no sabían era que su trabajo estaba amenazando a varias familias poderosas, incluida la familia Armonía, a la que pertenecía Ghetsis.

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