El Orgullo #Mafin

5 - Terriblemente mal

Fina llevaba desde el día anterior atrapada en un tornado de sentimientos. Estaba emocionada por aquel paseo con Marta, no podía creer que se hubieran abierto tanto la una a la otra de una forma tan natural. Estaban tan relajadas, como si se conocieran de hace tiempo... había sido un paseo perfecto. Pero es que Marta era perfecta, se decía a sí misma. Fina había sido un alma libre desde su última relación, que no había salido demasiado bien, y nunca se había sentido preparada para profundizar en ninguna otra chica. Se lo pasaba bien con ellas, le encantaban, pero solo para un rato. No se veía con ninguna de ellas paseando de la mano.

Pero pensar en Marta... no sabía cómo podía haber conectado tanto con ella en apenas un encuentro. Estaba emocionada, sentía cosas. Sabía que debía poner límites a su impulsividad; no quería que Marta saliera corriendo. Y eso era lo que más la mataba. Si hubiera sido por ella, hoy mismo se iba a buscarla para conocerla más. Repetiría otro paseo, o iría a cenar con ella, o de trekking, o al cine, cualquier plan absurdo con tal de descubrir más de ella y verla sonreír. Esa sonrisa la volvía loca.

"Vale, tengo que centrarme en el trabajo," se repetía, llevando media mañana saltando entre el trabajo y el perfil cerrado de Marta en Instagram, deseando darle a seguir. Durante su descanso para comer, no pudo aguantarse más y le pidió solicitud para seguirla. "Uf, uf, madre mía, no sabía que algo así me podría poner tan nerviosa, parezco una adolescente con un crush," pensó. Se sentía vulnerable, una sensación extraña y nueva para alguien que siempre había tenido el control.

Por otro lado Marta había tenido un lunes ajetreado, pero toda ella irradiaba felicidad. Era consciente de qué y quién le había dejado con esa sensación. A la hora de comer, como era costumbre, quedó con Bego y Luz. Apenas se sentaron en el comedor de la oficina y calentaron su comida, comenzaron a hablar de todo menos de trabajo. Sabían aprovechar bien esos ratitos juntas.

Unos días antes, Bego les había confesado que se estaba viendo con Andrés, el hermano de Marta. Le había dado cosa decirlo al principio porque no sabía a dónde iba a ir ese affair y quiso guardárselo para ella hasta que sucumbió a la presión de sus amigas. Marta, que se llevaba fenomenal con su hermano, no pudo contener una carcajada cuando Bego se lo contó. Había pillado a su hermano varias veces escondiendo el móvil cuando recibía mensajes, algo inusual para alguien que siempre le contaba todos sus ligues.

Entonces lo entendió. Simplemente querían ser discretos, al menos los primeros días, para no sentirse presionados. Pero ya hacía unas semanas que se veían, así que acordaron que no pasaba nada si sus amigas se enteraban.

Luz aprovechó aquella comida para contarles el plan que había hecho el fin de semana con la colombiana. Habían hecho una ruta por Montserrat, esas majestuosas montañas cerca de Barcelona, y también fueron al teatro y a tomar algo. Pasaron el fin de semana casi completamente juntas. Parecía que la relación avanzaba, o al menos eso comentó Luz, sorprendida al darse cuenta de que la colombiana no parecía cansada de su compañía, ni ella de la otra.

A mitad de la comida, mientras conversaban animadamente, Marta recibió una notificación. No era una cualquiera; era la que llevaba esperando desde el día anterior. Se moría por seguir en contacto con la morena. Hubiera querido subirse en esa moto y seguir el camino juntas. La despedida que tuvieron el día anterior, que para ojos ajenos podría haber parecido algo extraña, para ella fue el contacto más cálido que había tenido en mucho tiempo. Recordó cómo sus labios rozaron las mejillas de Fina lentamente, y cómo tuvo que contenerse para no darle un beso más. Decidió dejar que el próximo paso lo diera la otra, fuera cuando fuera. Sabía que la morena tenía un fuerte carácter, una seguridad innata que la había dejado atontada desde el primer día. Y a Marta le apetecía, por una vez en su vida, que alguien tomara la iniciativa en lugar de ser ella.