Prólogo

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Abrió sus ojos y quedó aturdido de inmediato por la blanca luz que brillaba sobre él. No recordaba lo que había ocurrido, ni mucho menos donde se encontraba, pero su instinto le decía que debía ponerse de pie y salir de allí. Así que con mucho cuidado y más dificultad de la que pensaba, colocó sus piernas en el suelo para luego comenzar a arrastrar sus pies hacia la puerta que indicaba la salida. Dejándose llevar por el color de las paredes, los pasillos, ruidos y decoración, se percató de que estaba en un hospital, sin embargo, más allá de sus molestias corporales, dolor de cabeza y aturdimiento, no descifraba el motivo por el cual había acabado allí. Caminó durante varios minutos, dejándose llevar por las señales y el murmullo de varias voces hasta que dio con la puerta que llevaba a la recepción. Al llegar allí automáticamente se ganó la mirada de casi todos los presentes, personas que lo miraban algunos confundidos y otros con preocupación. Todos menos una persona, aquellos ojos de unos tonos peculiares que al verlo, se sintieron aliviados, una mirada que transmitía tranquilidad y emoción al mismo tiempo por verlo de pie. Una mirada que seguramente antes habría significado algo totalmente diferente a lo que representaba ahora.

— Señor, le indiqué que debe mantener precaución ya que aún desconocemos...

— No me importa lo que desconozcan — lo interrumpió mientras se acercaba a este para abrazarlo — ¿Cómo estás?, ¿Te sientes bien?, No tienes idea del susto enorme que me diste allá — comenzó a preguntarle una vez se separó de este.

— Yo... — intentó comenzar a responder pero solo estaba más aturdido que antes — yo... me siento... confundido.

— Tranquilo, estarás bien dentro de poco, seguro solo necesitas descansar — intentó ser positivo mientras observaba al médico, pero fue en ese instante en el que ambos se percataron de que este los observaba con un semblante de pena.

— Entonces... — tomó la palabra primero en un intento por contrarrestar el semblante que el profesional mostraba — ¿Cuándo podemos marcharnos?

— ¿Marcharnos? — preguntó confundido y haciendo que el corazón del contrario se acelerase.

— Si... a casa — le respondió comenzando a asustarse — debemos ir a casa, nuestros...

— Perdona que te interrumpa pero, no se de lo que está hablando... ni siquiera sé quién eres o... donde me encuentro...

Dicho esto en la recepción se hizo silencio. El lugar que antes era protagonista de cómo varias personas interrogaban al doctor y cuestionaban intrigados el estado de salud del que parecía no conocerlos, ahora había quedado en silencio. Uno que fue acompañado por el movimiento de todas las miradas que recayeron en una misma persona.

— Pero... — intentó responder aún conmocionado por lo que este le había respondido — no.. no es gracioso... — dijo mientras los nervios se apoderaban de él — no es divertido, no bromees así.

— Caballero... — intentó interrumpir el médico, pero este hizo caso omiso.

— Vamos, no puedes estar hablando en serio... — continuó intentando mantener su sonrisa pero al percatarse de que este no parecía estar bromeando, no pudo evitar que sus ojos se llenasen casi de inmediato de lágrimas — esto no puede estar pasando... no... no puede estar pasando... — repetía mientras comenzaba a tener un ataque de pánico que sólo confundió más al contrario.

— Creo que lo mejor será que vuelva a la habitación para examinarlo correctamente — se acercó el doctor mientras le hacía señas a unas enfermeras — ¿porque no deja que mis compañeras lo acompañen a usted y sus agentes a otra habitación mientras se tranquiliza?

— ¿Tranquilizarme? — dijo sarcástico mientras más lágrimas brotaban de sus ojos — Cómo puedo tranquilizarme si... si... — intentó decir pero al ver que parecía estar asustando al contrario sólo pudo retroceder y dejarse guiar inconscientemente por su mejor amiga hacia otro lugar — no me recuerda... Alanna él... no sabe quién soy... — le dijo a esta al sentirla al lado suyo.

— Lo siento tanto Hache... — respondió intentando contener sus propias lágrimas.

— No puede estar pasando otra vez... — observó hacia atrás solo para ver cómo el doctor ingresaba nuevamente por las puertas que minutos antes habían sido cruzadas por su pareja, llevándolo ahora con él y su expresión de confusión, miedo y preocupación se veían reflejadas en los ojos grises de su amado — Viktor no recuerda quien soy... esto... no puede estar pasándonos esto otra vez... — continuó diciendo enojado y triste una vez que llegaron a la habitación que las enfermeras los habían guiado para que este se calmase — ¿Porqué el destino tiene que ser tan injusto con nosotros?

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