Capítulo 3

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Los siguiente días fueron muy parecidos, sólo con una pequeña diferencia y es que el omega comenzó a alejarse más de su alfa. Escogiendo en algunos casos trabajar desde su casa o en comisaría para no estar cerca de este. Por otro lado, habían pasado dos semanas y como supuso que ocurriría, se había quedado sin excusas que darles a sus cachorros sobre el motivo por el cual su padre llevaba casi un mes sin verles.

— Gracias por venir un rato — dijo sincero el moreno mientras sonreía aliviado — sé que ustedes también tienen una vida ocupada, no me gusta molestarlos.

— Horacio ya hablamos de esto — le interrumpió dulcemente Aleksandra — somos familia, siempre hemos estado y ahora lo estaremos más hasta que... Bueno ya sabes.... — finalizó más por lo bajo ya que no quería que los pequeños escucharan.

Horacio no respondió, en cambio volteó a ver cómo sus pequeños jugaban en el patio cerca de la piscina junto con su prima y tío Nikolai. Desde las sillas en la que él y su cuñada se encontraban, podían observar con claridad cómo estos se divertían. Aquello hizo que su corazón volviese a doler y su aroma a miel lo delatase. Lo intentaba cada día, pero ya no sólo le dolía por el y sus cachorros, sino porque aquella marca que su esposo le había hecho hace varios años, se había comenzado a oscurecer, cosa que alertó a este y sus más cercanos de inmediato. Sin embargo, hasta que el ruso recordase por completo, nada podría mejorar para el omega.

"Quizás si esa noche hubiese actuado diferente... Viktor estaría conmigo..."

"Fui demasiado duro con él... él sabía lo que hacía, siempre lo sabe..."

"¿Y si nunca nos recuerda?, ¿Y si nunca recuerda a nuestros cachorros?, ¿Qué se supone que haga?, ¿Qué debería decirles?"

— ¿Horacio?, Horacio, ¿me escuchas? — la rubia lo sacó de sus pensamientos — ¿estás... bien?

El omega no se había percatado, pero dejó que todos esos pensamientos lo sobrepasaron y algunas lágrimas habían caído por su rostro. Sin embargo, antes de pudiese formular una respuesta concreta para su cuñada, escuchó como el timbre de su casa le anunciaba que había alguien afuera esperando.

— Yo voy — le dijo a la omega mientras que se ponía de pie y secaba su rostro.

Este caminó por el interior de su casa hasta llegar al marco de la puerta principal. Se detuvo unos segundo para asegurarse de que no quedasen rastros de lágrimas en su rostro para poder abrir con una sonrisa.

— Joder hermano, pensé que nunca abrirías, estaba apunto de marcarte al móvil — dijo el alfa rubio riendo mientras tomaba las bolsas de compra que había traído — encima que te hago los mandados — continuó sin verlo a los ojos, cosa que el moreno agradeció.

— Lo siento Gus, estaba atrás con Aleksandra, Nikolai y los niños — le explicó mientras lo ayudaba a entrar la compra hasta la cocina — gracias de nuevo por hacerme el favor... ya sabes sin Viktor aquí... — se detuvo un segundo con las bolsas sobre la mesa ya en la cocina.

— Ey ey... — se le acercó rápidamente el rubio — no lo dije hablaba enserio, no me molesta ayudarte con lo que sea que necesites... nunca — lo tomó de los hombros para que esté lo mirase y fue ahí cuando se percató de que este había estado llorando — ¿pasó algo con el ruso?

— No, no, no — respondió rápidamente dejándolo de lado y comenzando a guardar todo — no le ha pasado nada, todo sigue igual...

— Estaba sobre pensando de nuevo... — se incluyó Aleksandra en la conversación pues se había extrañado por la larga ausencia del moreno — y eso está bien, Horacio... solo no dejes que eso te consuma...

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