Recuerdo que luego de secar mis lagrimas y ordenar mis pensamientos, regresé a la carpa del circo cuando ya todos se habían ido, excepto los artistas del circo que rondaban por el lugar. Me acerqué a tres payasitos, eran trillizos, muy lindos, con disfraces combinados. Estaban hablando entre ellos y chismorreando alegremente.
—Hola—saludé tímidamente—, me podrían decir dónde está...
—¡Oh! —exclamó uno de ellos dando un brinco y me observó muy sorprendido.
—Es ella... —susurró él de medio recorriéndome con la mirada—. Se ve un poco...
—¿Es la chica que...? —preguntó el tercero con los ojos bien abiertos—... si, tienes razón. Creí que se vería mejor.
—¿Eh? Estoy aquí.
Me crucé de brazos y suspiré. ¿Cómo se atrevían a hablar de esa forma cuando estaba justo frente a ellos?
—¿Estas aquí? —se asombró el del medio como si apenas me hubiera visto—... ¡si está aquí!
Los tres payasos asintieron con la cabeza bobamente. Eso debía ser una broma o ellos eran retrasados.
De repente, llegó un mono blanco con un pastel que decía "Felicidades". Llevaba un sombrero rojo de copa y un traje verde muy elegante.
—¡Ah! ¿Vas con Stalin? —preguntó uno de los payasitos.
El mono asintió y chilló.
—¿Vas con el asqueroso cerdo? —hice una mueca—. Llévame contigo.
Los payasos se rieron y se soplaron, ¡sí, sus cuerpos se inflaron! Como globos, luego se desinflaban y se volvían a inflar. Era realmente extraño.
—¡Oh! —retrocedí muy asustada—¿Qué fue eso?
Los payasos se miraron entre ellos y luego hacia todas partes buscando algo.
—¿Qué cosa?
—¿Dónde?
—¿Cómo?
—U-ustedes... ¿que fue eso?
Se miraron entre ellos y volvieron a reírse, inflándose y desinflándose mientras lo hacían. Luego, comenzaron a pegarse entre ellos diciendo "pásala". ¿Debía sorprenderme? Ya había visto cosas muy raras, así que traté de ignorarlos.
—Cómo sea—murmuré y luego dirigí mi mirada hacia el mono—. Llévame con el cerdo.
El pequeño y tierno mono asintió.
—¡Vamos contigo! —exclamaron al unísono los trillizos—. Queremos ir con la nihila.
En el camino le pregunté a los payasitos sus nombres, ellos me dijeron que se nombraban como los trillizos "Kayko", pero que los tres personalmente tenían nombres de números: uno, dos y tres.
—¿Y el mono?
—El mono es el mono—respondió uno.
El mono chilló y saltó de un lado a otro con el pastel sobre su cabeza, como si estuviera celebrando. Los payasitos empezaron a aplaudir y a exclamar "¡Mono!", y él bailaba de manera cada vez más extraña. Mirando todo eso solo puede pensar en una cosa.
—Qué raro.
—Lo más raro es vivir.
Observé a los payasitos que me habían respondido. Empezaron a reír nuevamente y a inflarse como globos.
—Tienen razón —sonreí.
Finalmente llegamos a una habitación roja donde estaban reunidos muchos artistas del circo. Todos escuchaban atentamente a Stalin, que estaba trepado en una pequeña tarima.
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Don't be cry
FantasyLilith vive atrapada en la desdicha hasta que un día, un accidente inesperado la transporta a un mundo excéntrico y bizarro. Envuelta en sucesos frenéticos, busca ayuda para escapar y conoce a un enigmático humano que guarda los secretos de este ext...