—Criatura—habló una voz tosca y seca en mi oído—despierta ya.
—¡No despierta! —chilló otro— Está muerta.
—¿Tú crees?
—¡Si!—río con perversidad aquel individuo—. Seguro en el mercado nos dan mucho dinero si vendemos sus partes...
¿Qué? Abrí mis ojos de golpe y lo primero que vi fue a dos cosas raras difícil de describir.
—¡POR MI MADRE! —vociferé y me arrastré hacia atrás temblando del susto. Me detuve al sentir detrás de mi el tronco de un árbol, tomé una rama a mi lado y la agité al aire— ¡Aléjense! ¡Se los advierto! ¡Los voy a matar!
En mi vida había visto cosas tan raras, solo a un vagabundo en el basurero detrás de mi trabajo. Pero ellos ¡¿Qué clase de seres eran?! En dos palabras, ellos eran raros y místicos.
Uno era un hombrecillo que apenas y media un metro y medio. Para tener el tamaño de un niño el era viejo, con una barba blanca que le cubría la mayor parte de su arrugada cara; de ojos pequeños y alegres, orejas grandes y llevaba unos anteojos pequeños en su grande nariz. Traía puesto un sombrero de copa rojo, un elegante traje aristócrata y un bastón negro que en el mango tenía una mano completa pero con dos dedos pulgares, ambos curvados hacia afuera y con un ojo en el centro.
—¡Pero que estúpida! —exclamó el otro bicho raro—¡si a la que vamos a matar eres tú! Para luego venderte.
¡Era un bufón! Tenía ese sombreo raro de color azul y rojo en sus tres crestas y cada una con cascabeles. Vestía un extravagante vestuario, de colores, rayas y cuadros; zapatos puntiagudos y medias de rayas negras. Era alto de piernas largas y delgadas pero lo más extraño era la máscara blanca que expresaba una sonrisa con ojos y boca curvada hacia arriba para expresar una gran sonrisa. Me transmitía miedo aquella mascara.
—No creo que te moleste... que vendamos tus órganos—soltó una gran carcajada graciosa y rara, luego se me acercó— ¿No es así?
¡POR MI MADRE! Juro que daba mucho miedo. Pensé que estaba en un sueño, era un sueño muy real.
El viejo se adelantó y le dio con el bastón en la cabeza.
—Deja tus estupideces, la vas a traumar—gruño. Al bufón rápidamente le cambió la máscara que expresaba tristeza, con sus ojos y boca curvos hacia abajo. El abuelo se acercó hacia mí y con voz tranquila y afectuosa me dijo: — No tengas miedo nihila ¿estás bien? Sentimos haberte atropellado.
—¿Qué?
«¿Atropellarme? ¿Cuando? ¿En que momento?» me pregunté. Lo último que recordaba fue que un carro me iba a atropellar.
—Está atolondrada—dijo el abuelo para si mismo.
—No me lo creo—susurré—. Me atropellaron y... ¡ahora estoy en un mundo raro! Como la esquizofrénica de Alicia.
—¿Qué dices nihila?
Todo era tan vívido, ¡tan real y extraño! El bufón, el abuelo, ¡juraba que eran tan reales! ¡REAL! Me toqué la cara y la sentí real, me pellizqué y experimenté un dolor real. A mi alrededor, todo era hermoso y era real. Los árboles frondosos y llenos de colores hermosos, el pasto suave y verde, la brisa que acariciaba mi rostro y agitaba mi cabello, y el alegre canto de los pájaros, todo era real.
El bufón aun triste se acuclilló junto al anciano y me observó.
—¡Lamentamos haberte atropellado!
Expresé una sonrisa forzada y solté el palo titubeante.
—¿Dónde estoy? — pregunté al abuelo—¿y porque me llamaste "nihila"? ¿Qué significa eso?
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Don't be cry
FantasíaLilith vive atrapada en la desdicha hasta que un día, un accidente inesperado la transporta a un mundo excéntrico y bizarro. Envuelta en sucesos frenéticos, busca ayuda para escapar y conoce a un enigmático humano que guarda los secretos de este ext...