Ella es el cielo.

16.

Querida Perséfone.

Me percate de que en la última conversación sonaste alterada, cada vez que mis pensamientos regresan a dicho día mi mundo se termina por desmoronar pensando en lo que pudimos ser. Me cuesta un tanto creer que nuestras palabras y acciones nos han traído hasta aquí, incluso si no lo ves ambos somos responsables del final tan lamentable que estamos por vivir. Sé que antes de ti no tenía alguna idea de lo que era amor, así también, que antes de ti no conocía al amor de mi vida o a quien yo creía que lo era.

Sin embargo, en este momento estoy decidido a que cambiaré de vida, pues en la que estoy actualmente solo está tu recuerdo, como un dolor de cabeza que nunca desaparece e incrementa sin posibilidades. Mi amada Perséfone, no serás más mi amada, después de tanto que escribí creo que al fin llegó a su fin, sin desearlo y sin pensar en lo que vendrá después, suelto tu mano en espera de que algún día puedas entender cuánto te amaba y por lo tanto, cuánto me costó dejarte ir. En esta carta no trato de reprochar las cosas que hicimos, solo son recuerdos vagos que entran y saldrán de mi mente en cuanto pueda olvidar tu nombre.

Lo único que me preocupa ahora, es saber que ya no recuerdo el sonido de tu voz, por más que navego entre mis pensamientos, tu voz es lo que menos pasa por mi mente, es una tortura pues después de tantos años simplemente la olvide. Supongo que no hay otra manera de despedir a quien fue tu grande amor, creo que simplemente tome la opción pues, no quería perdernos, pero no querer perderte hacia que yo me perdiera lentamente. Después de tanto solo queda decir que, lo nuestro ya se terminó.

Con cariño, la persona que alguna vez te amo.
Hades -