Ella es el cielo.

4.

Querida Perséfone.

Te has ido, no sé si fue por mi, por tus ganas de vivir libremente o por tu otro amor. Oh dios, Perséfone, eres la flor más bella de este jardín marchito y brillante, sin igual. Clavas tus espinas en mí y me dejas hundido en el abismo de mis demonios, me destruiste, ¿Ahora a quién escribiré tantas palabras hermosas?, te llevaste mi corazón y en tus manos lo dejé, quizás mentías al mirarme a los ojos, y confesar tu amor. No perteneces a mi mundo, lo tengo claro, pero tu decisión afecto a mi corazón.

No te reprocho, tu mirada me hipnotiza, tu sonrisa me atrapa y tú a mi me tienes. No soy mejor que un príncipe pobre luchando por su amor, no soy único pero mis palabras sí, a ti son a quien buscan en esas noches solitarias bajo la oscuridad. En mis brazos quiero sostenerte, protegerte y atesorarte, no tengo magia para conseguirte con un chasquido, no soy un hombre lleno de virtudes, sino, lleno de defectos, defectos que con gusto te entregaría para que hicieras de ellos maravillas, maravillas que te otorgaré día con día mientras que a tus encantos caigo sin piedad.

No me quieres junto a alguien más, quizás solo soy para ti, pero nunca sabré si tú eres solo para mi. La oportunidad de probar tus labios, es lo que pediré, soñar no cuesta si es por amor. Esperaré tu regreso, si es que uno habrá, esperando que al hacerlo quieras todo lo que mi corazón puede darte. Oh Perséfone, tantas personas lo han marchitado y solo tú puedes reconstruirlo. Eres la princesa que completa mi rompecabezas y seguiré esperando por ti, porque seguiré enamorado de ti, como ahora, mañana, y por toda una eternidad.

-Con amor, Hades.