10. Desequilibrio natural

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En el momento en que aceptó unirse a Stigma, también escribió su destino con Sakura, convirtiéndose en los traidores del rey demonio.

—¿Qué haces aquí? —esperaba a Zeldris, no sabía que ella lo buscaba— Sakura, ¿Por qué estás aquí?

—¿Es cierto? —él no dijo nada, solo esperó su pregunta— ¿Nos traicionaste porque te enamoraste de una diosa?

—Sabes bien de quién es la persona a quien amo.

No la culpaba, nunca le dijo que la amaba; esa palabra era demasiado para ellos.

—¿Es por eso? Ya te dije que puedo cuidarme sola.

—Sakura, tomé una decisión.

—Ellos te aborrecen por ser un demonio.

—No me uní a ellos con ese objetivo, solo pienso en cuidarte. ¿Puedes entender? ¿Puedes quedarte conmigo? —la tomó de los hombros para que lo viera a la cara— Hago esto por ti, solamente por ti. Ven conmigo y acabemos con la guerra de una vez.

—Ella te ha cambiado, tú no pensabas así. ¿Qué ha sucedido?

Él sabía que no desde que conocía su historia. Aceptó traicionar a su raza solo si la diosa suprema rompía la maldición de Sakura. Fue su condición. Sin embargo, ella no lo sabía, entendía que estuviera enojada.

—Abrí los ojos, Sakura. Todo es un sistema, ellos solo reciben órdenes por su deidad, al igual que nosotros con el rey demonio. ¿Qué más podríamos hacer? —ella se soltó de él con brusquedad.

—¡Ella mató a mi maestra! Nunca la voy a perdonar —gruñó Sakura, con el rostro lleno de coraje, y él lo entendió.

—Hay una razón —comenzó él—. Tsunade mató a la amante de Elizabeth. Fue cuando tu maestra se camufló para ingresar al reino de las diosas y obtuvo información de la formación de los Arcángeles, pero se encontró con la diosa y no tuvo otra opción que asesinarla. Por eso Elizabeth hizo lo que hizo. Ella estaba dolida por su pérdida.

—¡Mientes! —Sakura lo cacheteó con furia, cosa que lo sorprendió. Apretó los dientes, ya que ella se estaba acostumbrando a golpearlo cuando quería, pero cuando la miró a los ojos, que mantenían sus lágrimas, se dio cuenta de que a ella le dolieron más sus palabras que su golpe a él—. ¿La mató sin importarle nada y vienes tú a decirme que ella es buena? No me hagas reír. Sé que te has estado viendo con ella, no lo ocultes. Es por eso que estás actuando de esta manera, como un idiota.

—Todos sabemos lo que pasa en una guerra. Tu maestra sabía a lo que iba. Ella también mató a muchos de los suyos, igual que nosotros. ¿Crees que ellos no sufren? ¿No tienen hermanos, amigos, parejas? —Sakura desvió la mirada mientras sus lágrimas caían por sus mejillas—. Todos sufrimos por esta guerra, por eso Stigma fue creado, para detener todo esto.

—No puedo ir contigo —susurró ella débilmente.

—¡Maldición, Sakura! —él caminó lejos de ella, removiendo su cabello con frustración. Bajó la mirada al suelo, suspiró, luego la miró e intentó tomarla de los brazos—. ¿Por qué me pones las cosas más difíciles? —ella lo miró con ojos bien abiertos mientras él bajaba la mirada, esperando su respuesta.

—¿Por qué estás tan alterado? Pequeño Mel.

«Eres mi pequeño Mel, sabes».

Él levantó la mirada con absoluta sorpresa. La escuchó. ¿Estaría comenzando a recordar?

—¡Sakura!

—No quiero ser una traidora, me he esforzado tanto para que me respeten —no, aún no era tiempo; faltaba mucho para que recordara.

The cursed lovers² |Meliodas y SakuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora