13. Un paso hacia la batalla

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Ruduciel había colocado un cebo viviente en lo más profundo del bosque de las hadas, con el objetivo de atraer al clan de los demonios y exterminarlos. Grandes hordas de presencias mágicas llenas de furia y enojo se aproximaban. Entre ellas, los Diez Mandamientos, que se acercaban peligrosamente, poniendo en alerta a todos los habitantes del bosque.

Elizabeth, con su habitual temple, se dirigió a ellos para proponer una alianza entre sus clanes. Un humano, Rou, se ofreció a proteger el bosque de las hadas, y Gloxinia le agradeció. El avance de los demonios cesó.

Meliodas, viendo aquello, no pudo evitar murmurar con incredulidad:

-No puede ser...

Elizabeth se hallaba frente a los Diez Mandamientos, un grupo temido y poderoso en la batalla.

-¿Quién eres tú? -inquirió Deriere, con furia en su voz. La diosa permaneció en silencio, sus ojos fijos en una joven de delgada figura y cabello rosa, quien en tiempos pasados fue mi amante.

-Diosa Elizabeth, una insignificante y estúpida deidad que osó seducir a mi esposo, con el fin de apartarlo de mi lado y traicionar a nuestro clan.

La joven de cabello rosa proclamó con voz cargada de enojo y rencor.

-Sakura -murmuró Elizabeth, el dolor evidente en su rostro al pronunciar el nombre del demonio.

-¿Y has venido aquí a ofrecer tu vida? -se burló Melascula.

-¡No deben avanzar más! -exclamó Elizabeth con urgencia extendiendo sus brazos a sus costados.

Monspiet comunicó a la diosa sobre el ejército de demonios desaparecidos y mencionó que la única señal provenía de lo más profundo del bosque de las hadas.

-Pero la cantidad de energía mágica transmitida es masiva, joven... ¿Cómo lo explicas?

-No puede ser... ¿Significa esto que los dioses han tomado prisioneros a los del clan demoníaco? -se preguntó, atónita-. ¡Pero ahora, por favor, retírate! ¡Ruduciel debe estar planeando algo!

-¿Ruduciel?... ¿Uno de los cuatro arcángeles? -inquirió Monspiet con sorpresa- ¿Esperas que te creamos? -le preguntó a Elizabeth-. ¿Tienes alguna prueba?

-Ninguna, ¡Pero por favor, creedme! ¡Deseo poner fin a esta guerra lo antes posible!

-Parece que la responsable de desviar nuestras tropas ayer es esta joven -anunció Fraudin.

-¿Eh? -Galand se mostró sorprendido.

-No entendemos por qué nos retiramos... Al mirar sus ojos, perdimos todo deseo de luchar... -confesó un demonio.

-Tus ojos ya no me afectan, diosa... Así que si quieres que confiemos en ti, entonces, libera a nuestros hermanos -Sakura habló con amenaza en su voz.

-Si lo que dices es verdad, entonces iré a hablar con Ruduciel.

-Y si él se niega, ¿qué piensas hacer?

-Aun si él no quiere, encontraré alguna forma.

-Muy bien... Y una cosa más... También queremos que nos traigas a ese traidor, ¡Meliodas! -al escuchar esto, Elizabeth abrió los ojos como platos-. Sabemos, lamentablemente, que él está bajo tu servicio.

-Me niego. Él es todo para mí. Si planean matarlo, entonces incluso sola, lucharé con ustedes aquí y ahora.

-¡Kaaaaakakaka! ¡Esta chica realmente tiene agallas! -dijo Galand, riendo.

-¡Maldita...! -Sakura creó una esfera negra en su mano, lista para lanzarla, pero Elizabeth no se inmutó.

-Sakura, mi hermana está ahí -llamó Deriere.

The cursed lovers² |Meliodas y SakuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora