02. La cueva de los secretos

68 10 1
                                    

Meliodas se sentó en una roca, notó una cueva a unos pasos, pero la ignoró. Al acomodarse, retiró la manta para que la niña pudiera ver las estrellas. Ella rió, y su alegría contagió a Meliodas, haciéndole sentir su corazón latir más rápido. Hacía mucho que no se sentía tan alegre. Sakura intentó agarrar las estrellas con sus manos, pero se frustró al no poder alcanzarlas.

—Cuando tenga más tiempo, te llevaré a ver las estrellas del cielo —dijo Meliodas, acariciando su mejilla con su dedo—. El viento se está poniendo fuerte. Lamento no poder mostrarme más. Cuando pueda, te enseñaré otras maravillas de este mundo.

La abrigó bien para que no se enfermara y voló al mundo de los demonios para devolverla a su hermano. Cuando se dio cuenta, la niña ya se había dormido.

Las salidas nocturnas eran pocas pero agradables. Por primera vez, Meliodas se sentía feliz de compartir su tiempo con alguien más. Su mundo era ella, no podía ser otro. A veces, jugaban pintando en la cueva, dibujando historias de los clanes. En una de ellas, dejaron sus huellas al lado del otro.

—Hermano —llamó Sakura mientras saltaba en un charco de agua y se giraba hacia él— ¡Quiero vivir para siempre en el mundo de los humanos! —Sus brazos se alzaron, y corrió hacia la cueva.

Meliodas no entendía su fascinación por los humanos, seres inferiores y crueles. Creyó que, siendo una niña, tenía sentimientos puros que debían ser opacados por la ira. Recordó que él también había sentido lo que ella sentía, y aún mantenía ese sentimiento por su hermano Zeldris y ahora por ella, aunque de forma distinta.

A los seis años, Sakura se escapaba de los guardias, que acababan muertos por no cumplir bien su deber. Tales eventos hicieron que se apartara de Meliodas y temiera como su hermano. Para olvidarlo, le regaló un dragón azul, algo que no agradó a Zeldris, pues era su plato favorito.

A los nueve años, fue secuestrada por las diosas cuando su padre la envió al mundo de los humanos con unos demonios para cuidarla. Las diosas pensaron que los demonios la atacaban y "salvaron su vida", según ellas. Al enterarse, Meliodas no pudo mantenerse calmado ante la estupidez de las diosas insignificantes.

—Hermano, Sakura ha sido...

—¡Ya lo sé! —susurró Meliodas. Su hermano lo miró sorprendido y bajó la mirada. El mayor tocó su hombro—. La traeré de vuelta.

—Si ellas descubren que es una de nosotros, van a... —su hermano cerró los ojos con incertidumbre.

—Ella no sabe controlar la materia oscura perfectamente —dijo Meliodas—. Dudo que lo haga, es una chica temerosa. Quédate con ellos.

Zeldris asintió, y Meliodas comunicó a los demonios bajo su mando que su hermano se encargaría de ellos.

Su hermano le indicó las coordenadas de la base de las diosas al norte, un lugar aún no invadido. Cerca, Meliodas notó una extraña energía maligna envolviendo la base. Las diosas que lograron huir intentaban con su luz eliminar la esfera oscura. Al verlo, se apartaron horrorizadas. Una diosa de cabello plateado y ojos azules se acercó.

—Soy Elizabeth, hija de la diosa suprema. Eres el hijo del rey demonio, ¿Meliodas? —preguntó, frunciendo el ceño.

Meliodas asintió al mirarla con ojos oscuros. Era una diosa de rango superior a las demás. La reconoció de inmediato; Zeldris le había hablado de ella cuando su grupo fue detenido en su última misión. A simple vista no parecía nada especial, o tal vez era porque deseaba encontrar a Sakura cuanto antes.

—¿Dónde está ella?

Su paciencia se agotaba. Solo quería encontrarla y llevarla a casa. ¿No podían entenderlo?

—¿Te refieres a una niña de cabello rosa? —dudó antes de señalar la esfera negra—. Una diosa la confundió con una humana, pensando que era atacada por los demonios. Al ver que no despertaba, la trajo aquí para revisarla, pero al despertar, se descontroló y creó esta esfera maligna. Las diosas alcanzadas murieron inmediatamente.

Meliodas acercó su mano a la esfera; no le hizo daño, lo que significaba que podía entrar y buscarla. Las diosas se sorprendieron. No quedaba duda de que la niña de cabello rosa era una demonio. La encontró en medio del desastre, sobre sus rodillas con las manos en el suelo. Acarició su espalda y ella le miró a través de su cerquillo.

—¡Hermano, estás aquí! —saltó a abrazarlo, y aunque indeciso, no lo aceptó, viendo cómo la materia oscura volvía a ella.

Al separarse, Meliodas observó la marca debajo de su cerquillo, descubriendo mejor su marca demoníaca, que era algo diferente a la suya. Era una de las más jóvenes en obtenerla.

—No vuelvas a llamarme hermano.

Ella lo miró con tristeza, deseando saber el porqué.

—¿Cómo debo llamarte?

—Meliodas, claramente.

Ella arqueó una ceja y se cruzó de brazos.

—¿Estás enojado conmigo? Me trajeron aquí en contra de mi voluntad —Meliodas rodeó los ojos, viendo su manera de huir de los problemas culpando a los demás. Era astuta, pero a veces se pasaba de estúpida. La tomó en sus brazos sin importar sus quejas—. Oye, espera un minuto...

Ella rodeó sus brazos en su cuello y su marca desapareció, mostrando sus ojos verdes jade y mejillas sonrojadas.

—El rey demonio se enfadará si no te llevo de regreso pronto.

—Este templo era muy bonito. ¿Por qué está destruido? —miró el lugar con curiosidad y luego le preguntó—. ¿Lo hiciste tú?

Meliodas levantó una ceja. Ella no recordaba lo que había hecho. Miró a las pocas diosas detrás de ellos. Un par se prepararon para atacarlos, pero Elizabeth las detuvo y le dio permiso para irse sin complicaciones.

 Un par se prepararon para atacarlos, pero Elizabeth las detuvo y le dio permiso para irse sin complicaciones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

24.04.24
A

poyen a la historia con un 🌟, les agradecería mucho.

Si el capitulo llegó a las 12 estrellitas pueden pedir que agregue cualquier cosa en los próximos caps.

The cursed lovers² |Meliodas y SakuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora