11. Me perteneces 🔞

48 8 1
                                    

Sakura saltaba de un árbol a otro con una expresión relajada, algo inusual en ella. A su lado, Gloxinia la seguía de cerca, mientras Drole caminaba un poco más lejos. Los tres se dirigían al nido del dragón. Sakura dio unos pasos al llegar y miró hacia arriba, donde se encontraba el nido.

—Es aquí —dijo con confianza.

Gloxinia observó a los dragones que vigilaban atentamente desde su posición elevada y comentó con cierta cautela:

—Sakura, no parecen muy amigables.

—Es porque están protegiendo a su cría —respondió ella, mientras desplegaba sus alas demoníacas y volaba un poco por encima de los dragones—. Hay que cuidarlo, pronto nacerá. Debes estar muy feliz —le dijo a la descendencia de la dragona azul, que no se separaba de su nido. Luego, Sakura se sentó sobre una roca cercana, cruzando los brazos y piernas, inclinando la cabeza hacia la izquierda—. ¿Cuánto tiempo crees que tardará?

Esperaron pacientemente hasta que el sol comenzó a esconderse en el horizonte. Finalmente, el cascarón del huevo empezó a romperse, captando la atención de todos. Los tres amigos, impresionados, se acercaron un poco más, observando cómo la cría de dragón nacía. Los dragones padres recibieron a su nuevo hijo con ternura.

—Al parecer todo salió bien —comentó Gloxinia con alivio.

De repente, Sakura escuchó una voz familiar a su lado y giró rápidamente para ver quién era.

—¿Desde cuándo estás aquí? —preguntó, un tanto sorprendida.

Meliodas apareció rascándose la cabeza con una leve sonrisa.

—Acabo de llegar —respondió con naturalidad.

Sakura lo observó con una ceja levantada, notando que estaba cubierto de tierra y polvo.

—¿Por qué estás sucio? —cuestionó, claramente intrigada. Era evidente que había tenido algún tipo de pelea.

Meliodas soltó una risa despreocupada antes de contestar:

—Je, tuve un pequeño problema en el camino.

Gloxinia y Drole intercambiaron miradas, igual de confundidos que Sakura, observando al rubio como si intentaran descifrar lo que había ocurrido.

Después de un largo día, Meliodas decidió alejarse del campamento para despejarse. La cascada cercana, iluminada por la tenue luz de la luna, le ofrecía el lugar perfecto para relajarse. Con una sonrisa traviesa, se quitó la ropa y se metió en el agua fría, dejándose envolver por el sonido del agua cayendo.

Escuchó unos pasos detrás de él. Sabía exactamente quién era sin necesidad de girarse.

—Si querías espiarme, podrías habérmelo dicho antes —soltó Meliodas, sin disimular su tono juguetón.

Ella apareció entre los árboles, sus ojos oscuros brillando mientras lo observaba. No se molestó en esconder la mirada, sabiendo que Meliodas no se lo tomaría de otra manera.

—No suelo espiar —respondió ella con calma, aunque su mirada delataba algo más.

—Bueno, si te gusta lo que ves, el agua está perfecta —dijo Meliodas, sonriendo de lado mientras la invitaba descaradamente. Sakura, sin prisa, comenzó a despojarse de su ropa. Cada prenda caía al suelo con lentitud deliberada, y Meliodas no apartaba la vista ni por un segundo— Eres muy lenta... —comentó él, con una sonrisa maliciosa—. Pero me gusta. Me da tiempo para disfrutar de la vista.

Sakura lo miró con un destello en los ojos, antes de meterse en el agua y acercarse lentamente a él. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Meliodas dejó que su mirada recorriera su cuerpo sin ningún disimulo.

The cursed lovers² |Meliodas y SakuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora