"Oh, vamos, Mike. ¿Puedes dejarlo ya? Lo estás asustando."
Escuché la voz de Pau y la divisé a un lado de todo el escándalo, estaba rodeado por unos cuantos adolescentes mirones, mientras Mike y todos sus amigos continuaban riéndose, seguro de mi rostro asustado. Carlos era alto, muy alto, y cuando tomo mi brazo, no pude evitar gemir de dolor, no porque doliera en si, sino porque no quería que me tocara, me sentia de nuevo el estúpido Omega que se dejaba llevar por todo.
"Vamos, Alex, no te resistas, no quieres que use la voz y te veamos mearte en los pantalones. ¿No? Carlos entrará en celo muy, muy pronto, puedes servirle bien, además según las revis- tas bien sabes servir hasta millonarios. ¿No?" Mi mirada viajó por la gran cantidad de personas que nos rodeaban, incluso ahora sabía porque Pau no se acercaba, dos amigos de Mike la tenían bien sujeta de los brazos, impidiéndole avanzar. ¿Quien más abogaría por mí? Incluso los profesores se alejaban de escenas como esta, nadie se mete con un Alfa cazando a un Omega, yo era el Omega, Carlos el Alfa y su mirada era el perfecto método para hacerme doblegar.
"Mike. ¡Basta!" La voz de Pau ya parecía algo distante, la mirada de Carlos me estaba consumiendo, sentía mi cabeza doler, era yo luchando contra mi Omega, tratando de la forma que sea no doblegarme ante aquella mirada. E incluso cuando el brazo de Carlos rodeó mi cuerpo, lo sentí quemar, no de la buena forma, aquel tacto me repugnaba tanto, pero ya era tarde, mis pies se estaban moviendo para cuando quise decir o hacer algo. El ganó, el Alfa siempre obtiene lo que quiere, por qué eso es lo que soy, una cosa que sirve para aliviarlos, mi siquiera una cosa que deseen mantener a su lado.
Caminamos a paso tranquilo hasta donde los Alfas esos tenían sus autos, suspiré, mis pies se movían por inercia propia mientras mi mente solo se llenaba de la imagen del único Alfa con el que quizás aceptaría subirme a su auto, sin chistar aquella noche. ¿Cómo estaría Lukas? Bueno, era rico. ¿No? Seguro se alimentaba bien, dormía bien y tenía una vida de sueños.
Si lo pensaba con la cabeza un poco más fría, cuando me acercaba a vivir una de las cosas más desagradables de ser la parte baja del régimen genético, debí de haberme imaginado que algo así pasaría, quizás habría evitado esto si hubiera traído puesta la ropa donde aún tenía algo impregnado el fuerte olor de Lukas, no solo para protegerme, sino también porque lo extrañaba, y sinceramente sonaba enfermizo no haber lavado ese conjunto de ropa solo para mantener su olor, pero era lo único que me quedaba de el.
Cuando ya estábamos a nada de subirnos a uno de los coches, escuché un auto viniendo a velocidad y luego un hermoso Ferrari negro ya conocido para mis ojos se estacionó rozando el parachoques del coche donde se supone iba a entrar. Mi corazón se detuvo y después lo sentí palpitar con fuerza, incluso mi Omega estaba aullando de felicidad, si es que eso era posible. Lukas, era mi Lukas, bueno, solo Lukas.
Él bajo del auto cerrando la puerta con un fuerte golpe y se paró justo frente a nosotros, sentí su enojo, el fuerte olor que desprendía estaba seguro que nos asustó a muchos, Lukas estaba más que enojado, parecía colérico y la mueca en su rostro solo me confirmaba mi teoría.
Jadee cuando estiró su mano hacia mí y sin pensarlo dos veces la tomé, me liberé del agarre de Carlos para coger la mano de Lukas mientras este rodeaba mi cuerpo después. Mi cabeza se apoyó en su pecho e incluso me atreví a frotarme contra la tela, mientras su agarre en mi cintura se hacía más fuerte, sin embargo, Lukas no bajaba la mirada para verme, continuaba observando a Carlos sin siquiera pestañar.
"Es mío." Gruñó Lukas y sentí el golpe sordo de cosas cayendo, observé por el rabillo del ojo a una o dos Omega que se encontraban entre tanto Alfa, ellas se arrodillaron ante el gruñido salvaje que soltó el chico que ahora me mantenia contra él como si de eso dependiera su vida. Carlos relamió sus labios, parecía pensar en muy bien que decir en ese momento.