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"Isaac, amor, en serio tienes que quedarte quieto."

Tomé la pequeña cintura de mi hijo y lo volví a sentar a mi lado en el auto, yo ya estaba acostumbrado al Ferrari de Lukas por todas las veces que me llevaba a clases y me traía de regreso, pero para Isaac, un auto tan bonito interiormente no pasaba desapercibido, esta era como la tercera o quizás cuarta vez que lo volvía a sentar, ya sea evitando que quiera entrar entre el asiento del piloto y del copiloto para llegar a los botones o queriendo apoyar sus pies sobre el asiento trasero, sea como sea, no deseaba que ensucie o rompa algo que definitivamente costaría más que mi vida.

Por decisión mía, me senté en la parte trasera con él, Lukas estuvo de acuerdo para que cuide de Isa, pero quizás debí considerarlo mejor, en este tipo de autos era extremadamente complicado estar sentado atrás, porque de por si eran, en su mayoría, modelos deportivos, donde solian tener más espacio los asientos de adelante, eso sumándole que encima algunos Ferrari ni asientos traseros tenían, por no mencionar que este solo contaba con dos puertas, no cuatro, como los vehículos comunes.

"Quizás para la próxima lo deje conducir."

Arquee una ceja ante el raro comentario, Lukas estaba tan relajado, con un brazo colocado sobre el apoya brazos de su lado y el otro sobre el timón, él miraba al frente, pero sabía que su oído estaba más atento a lo que sucedía con mi hijo.

"Claro, lo que digas." Respondi irónico, ganándome una mirada por su parte, aunque usó el espejo retrovisor para conectar sus ojos Cafés con mis ojos negros.

"Está bien, Alex, no seas tan controlador, deja que Isaac se divierta."

"Si lo suelto, te hará chocar."

"Él solo quiere tocar, creo que si lo dejas, ya le quitarás la curiosidad."

"Si, claro." Rodé los ojos y acomodé a mi pequeño por no sé que número de vez. Escuché a mi hijo bufar y retorcerse para que lo deje, quejándose con sus constantes "Papáaa", era tan adorable. Lo acerqué a mí y le di un piquito en los labios, sacándole una sonrisita cuando por fin se quedó quieto y lo senté sobre mi pierna, más relajado. "¿Y cómo se supone que sabes tanto sobre bebés?"

"No lo sé, estoy suponiendo cosas." Respondió Lukas después de un largo silencio.

Ignorando el ambiente algo incómodo que se formó, me dediqué a mirar por la ventana del precioso auto, Lukas me había comentado que era un 612 Scalietti, Sesenta o algo así, me dijo que fue creado por el presidente de la compañía Ferrari, también Lukas dijo que tenía otros autos en la casa de sus padres, pero que este era como su consentido, no quise preguntarle por los otros, seguro mi billetera lloraria de solo imaginarme los precios de los demás vehículos.

Si lo pensaba mejor, ni siquiera tenía idea de a dónde nos estaba llevando, quería preguntarle y sacarme de dudas, lo hice, de hecho, pero más de una vez me calló con movimientos de cabeza y sonrisas cómplices que no entendía, así que al final solo subí a mi hijo y a mí en la parte trasera y dejé que nos lleve hasta el fin del mundo, daba igual, un paseo era un paseo.

Cerré mis ojos por lo que consideré fueron unos segundos, aunque al parecer estaba equivocado, sentí el ligero movimiento en el auto y cuando abrí los ojos, Lukas ya no se encontraba en el lugar del piloto. Me desperecé rápidamente y cuando volví a ver a mi pequeño Isaac, él me señalo hacía un lado.

"¡Ahí ta!" Dijo con su apenas ronca voz, volviendo a removerse en mis brazos, queriendo bajarse.

"Tranquilo, niño." Bromee y mi hijo me miró con un pequeño puchero. Besé su naricita, observando a nuestros alrededores, definitivamente estábamos en un garaje más que gigante, rodeados de muchisimos autos iguales que la Spagetti de Lukas, cómo me gustaba decirle cuando pensaba en el caro vehículo.

The Perfect OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora