11.

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Después de horas de sollozos incontrolables, Jennie finalmente había comenzado a calmarse. Sus lágrimas habían cesado, y en su rostro aún quedaban rastros de la reciente tormenta emocional. La puerta se abrió suavemente y Kai entró en la oficina, llevando consigo un vaso de agua. La expresión de Kai se acercó a Jennie, ofreciéndole el vaso con una sonrisa reconfortante.

Jennie lo miró, agradecida pero aún un poco avergonzada, y aceptó el vaso con manos temblorosas.

— Gracias, Kai — dijo en un susurro, su voz rasposa por el llanto —. Lo siento por... llorar como una niña pequeña.

Kai se rio suavemente.

— No pasa nada, Jennie — dijo con una voz cálida —. Entiendo que te has sentido muy mal. Todos necesitamos llorar a veces.

Jennie tomó un pequeño sorbo de agua, sintiendo cómo la frescura aliviaba su garganta seca. Exhaló un suspiro profundo, intentando recuperar la compostura mientras miraba a Kai con gratitud. Kai, con un gesto de complicidad, le dirigió una mirada comprensiva.

— Deberías tomarte el día libre — sugirió Kai, su tono más firme esta vez —. Realmente lo necesitas. Además, ¿Por qué no planeas algo especial para tu aniversario? No sé, tal vez puedan mejorar las cosas entre ustedes — propuso.

Jennie frunció el ceño y abrió la boca para protestar, pero Kai la detuvo.

— No insistas — dijo Kai suavemente —. Créeme, me agradecerás por darte esta oportunidad — dijo, con una sonrisa.

Jennie se quedó en silencio, dándole un último sorbo a su agua mientras las palabras de Kai resonaban en su mente. Finalmente, miró a Kai con una expresión de confusión y tristeza.

— ¿Por qué debería planear algo? — preguntó Jennie, su voz cargada de incertidumbre —. Mi esposa me ha dejado sola. ¿Qué sentido tiene eso?

Kai la miró con comprensión, entiendo su punto.

— No te centres en lo negativo — le dijo suavemente —. Quizás tu esposa se fue temprano para planear algo especial para ti, por eso no te despertó.

Jennie se quedó en silencio, su mente perdida en lo que acabó de decir Kai. Recordó los detalles de sorpresa que Lisa solía preparar para ella. A lo largo de los años, Lisa siempre había encontrado maneras de hacerla sentir especial, desde pequeños detalles hasta grandes gestos. La idea de que Lisa podría estar haciendo algo similar esta vez le dio una chispa de esperanza.

Sin embargo, al intentar levantar su ánimo, una imagen perturbadora volvió a su mente. La camiseta con la marca de labios. El dolor de esa imagen reciente hizo que su corazón se encogiera. Recordó cómo, hace unos años, había tenido que distanciarse de Lisa por una sospecha similar, temiendo que ella estuviera con otra persona. La promesa que se había hecho a sí misma de no apresurarse a sacar conclusiones sin pruebas concretas resurgió en su mente.

Jennie cerró los ojos, tratando de calmar la tormenta de pensamientos en su cabeza. Sabía que no debía dejarse llevar por la duda sin razones claras, pero la imagen de la camiseta seguía acechando, haciendo que su confianza tambaleara. Se obligó a recordar las promesas que se habían hecho y los momentos felices compartidos con Lisa, motivo para celebrar un año más de su relación.

Con un suspiro profundo, Jennie miro a Kai, mordiendo su labio.

Ambos salieron de la oficina, con Jennie un poco más tranquila. Caminaron por el pasillo en dirección a la salida. Jennie miró a Kai y, con una sonrisa agradecida, le dio las gracias nuevamente.

— Gracias, Kai. Gracias por escucharme y ayudarme — dijo, su voz un poco más firme.

Kai asintió, su sonrisa no desapareciendo.

𝚂𝚝𝚊𝚢 𝚆𝚒𝚝𝚑 𝙼𝚎 ~ 𝙹𝚎𝚗𝚕𝚒𝚜𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora