Capítulo 03

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¦ Descuido ¦

El aire corría frío.

Chieko abrió los ojos y se dio cuenta de que no estaba en su casa. Miró a su alrededor y lo único que veía era un paisaje oscuro lleno de neblina.

—Bienvenida. —la voz resonó como un eco. Una figura se distinguía a lo lejos, de espaldas. Sus ojos cafés se abrieron con sorpresa.

—¿Quién eres? —preguntó con el ceño fruncido y con la voz firme.

La figura se volteó, pareciendo crecer y convertirse en una sombra imponente, creando un remolino de neblina alrededor de Chieko. Cerró los ojos por el fuerte viento y trató de cubrirse. Al entreabrirlos, vio ojos rodeándola y risas que resonaban en el aire. Sintió su corazón encogerse y comenzó a cubrirse los oídos.

Despertó de golpe con la respiración agitada, viendo a su alrededor. Su despertador sonaba en su habitación, y los rayos del sol atravesaban la ventana.

—Sólo... fue un sueño. —murmuró, mirando hacia abajo. Quitó las sábanas y se levantó de la cama, acercándose a apagar su despertador. Miró la hora por un buen rato, su corto cabello cayendo en su cara mientras intentaba calmarse.

—¡Chieko! ¿Ya estás despierta? —escuchó la voz de su madre llamándola desde la cocina. Dejó el despertador en su lugar, abrió la puerta de su cuarto y se dirigió al baño. Después de eso, bajó las escaleras y asomó un poco su cabeza hacia la cocina, viendo a su madre preparando el desayuno.

—Buenos días, mamá. —saludó, con sus manos y brazos juntos, manteniendo la mirada en el suelo mientras observaba sus pies descalzos. Su cabello corto estaba despeinado.

—Buenos días, Yuyi. —contestó Ebisu, sonriendo dulcemente hacia su pequeña hija—Siéntate, ya está listo el desayuno. —agregó, dándole un plato de panes con mantequilla y azúcar. Chieko lo tomó y se dirigió a la mesa, sin poder dejar de pensar en el sueño que tuvo.

—Buenos días, Yu. —saludó Ito, su hermano menor. Chieko pegó un sobresalto al escuchar la voz de su hermano, cosa que causó un poco de confusión en el más chico—¿Qué pasa? —preguntó mientras masticaba el pan.

Chieko suspiró con alivio—Buenos días, Ito. —respondió el saludo de su pequeño hermano, acariciándole la cabeza y sonriéndole con ternura. Ito, de ojos café, pasó lo que comía y le devolvió la sonrisa.

—¿Tuviste una pesadilla?

—Algo así...

—Buenos días, mocosos. —saludó Naori, con las manos en la cintura y una sonrisa, mirándolos a los dos. Ito formó una mueca de molestia, mientras que Chieko miró con seriedad a su hermana mayor.

—Buenos días.

—Mamá... Naori nos está molestando. —se quejó Ito con su mamá, abrazando a su peluche favorito de un mono.

—Naori, déjalos. —reprendió Ebisu, mirando un poco molesta a su hija mayor—Ya te he dicho que no molestes a tus hermanos. —agregó, sentándose y poniendo las tazas de sus hijos en la mesa.

—No les estaba haciendo nada. —contestó Naori, tomando un pan del plato blanco y cerrando los ojos mientras tomaba asiento.

—Buen provecho. —dijeron los cuatro, juntando sus manos antes de probar bocado.

La familia comía a gusto y con felicidad, nada era mejor que eso. Permanecieron en silencio por un rato hasta que la primera en acabar fue nuestra protagonista.

—Gracias por la comida. —agradeció Chieko, levantándose lentamente con su taza para llevarla al lavaplatos. Ebisu la miró con atención y formó una sonrisa suave en sus labios, procediendo a beber de su taza de café.

Private School [en curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora