Solo Quiero Conocerte Mejor

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Todo ha cambiado

James no se avergüenza en admitir que perder el aliento por cierto profesor, se ha convertido en un hábito. Cada pequeña atención y gesto gira a su alrededor, desde prestarle su bufanda favorita, hasta ofrecerse a llevarlo a casa, excusándose por la hora y el dolor de un tatuaje recién hecho. Cuando Regulus acepta, exactamente dos minutos después (no es que James esté contando, por supuesto que no), recordándole, amablemente, pasar por sus mocosos —y Sirius y Remus— al final de la calle, la felicidad pasa a ser más que un sentimiento.

El pequeño viaje en auto hacia el parque es silencioso. Un tipo de silencio raro; especial, cómodo y agradable.

La brisa nocturna colándose por la ventana abierta del copiloto acaricia los bucles perfectos de Regulus. Mechones negros, salvajes como ríos oscuros sin estrellas, enmarcan facciones afiladas, talladas por mano devota e imprudente, y ojos imposiblemente grises.

<< Hermoso >>.

James no está prestando atención al camino.

—¿Puedo preguntar el porqué esa sonrisa, señor Potter?

—Depende, ¿quiere saber la respuesta, señor Black?

Regulus tararea, apoyando el codo sobre el panel de la puerta y la mejilla en su puño. Sus ojos se entrecierran con sospecha y diversión cálida.

—Me arriesgaré a una respuesta desagradable, sí, pero conociéndolo seguramente será algo ridículo. Probablemente, solo se está burlando de mí y mi dolor por su buena mano.

Oh.

James definitivamente debería mirar el camino.

—¿Ahora soy una buena mano? —pregunta James en medio de una risa baja, nerviosa, sosteniendo con fuerza el volante.

—Solo reconozco tu talento —murmura Regulus, arqueando una ceja.

Su tono pasa sobre James como la caricia de una broma secreta. Es maravillosamente aterrador la forma en que cuatro simples palabras consiguen derribarlo.

—Alimentas mi ego —corrige James con gentileza—. Me encanta, sigue, no te detendré, Reg.

James atrapa por el rabillo del ojo el momento en el cual el rubor acaricia las mejillas marfil de Regulus. Su rostro hundiéndose en la tela de la bufanda parda rodeando su cuello tratando de disimular. Es entrañable, hipnotizante y James pierde el control sobre el volante durante un segundo; el auto derrapa al frenar frente al parque.

—¿Qué se supone que significa eso?

—¿Una multa de tránsito?

James —advierte Regulus, entre dientes, provocándole un escalofrío.

James, como respuesta y salida segura, hace sonar el claxon del auto, confiando y rogando en que Harry o Remus reconocerían el sonido. Alguien allá arriba debe adorar a James, porque de hecho, funciona. Harry encabeza el pequeño grupo de cuatro, seguido de Draco y un par de pasos más atrás, Remus y Sirius.

No pasa por alto la forma en que Sirius parece caminar un poco más lento junto a Remus, con sus manos fuera de los bolsillos de su chaqueta, como si estuviera preparado para sostenerlo en cualquier momento. Frenar su caída o estrellarse con él. El shock inicial por ese pensamiento es agradable.

—¡Papá! ¡Reggie! —chilla Harry, saltando en la parte trasera del auto, arrastrándose sobre sus rodillas en los asientos—. Draco y yo encontramos una ardilla y una serpiente bebé, tío Remus no me dejó conservarla, ¡pero fue genial! ¡Oh! Y el señor bonito nos compró mucho helado y...

Single Father + RegDonde viven las historias. Descúbrelo ahora